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¿Mueren las abejas por la mano cruel de los ayuntamientos?

La agonía de esta especie a los pies de las tipuanas de Barcelona es un misterio aún sin resolver, aunque con tres posibles culpables

Tres abejas melíferas, sanas, robustas y exentas de varroa, en un primerísimo primer plano. / STEPHANE MAHE (Zeta_intramedia)

Opción A, esto es una fe de errores. Opción B, tomarse estas líneas como las últimas páginas de una novela de Agatha Christie, cuando todos los personajes de la obra están presentes y Hércules Poirot está a punto de desvelar quién es el culpable de la alta mortandad de abejas a finales de la pasada primavera en Barcelona y en algunas ciudades vecinas. Ustedes deciden. La cuestión es que el pasado 18 de junio se publicó en este diario una posible respuesta a esa pregunta. Muchas calles del área metropolitana estaban entonces alfombradas con pétalos de tipuana y, en mitad de ese hermoso espectáculo floral, una atenta mirada permitía descubrir con horror abejas en plena agonía y, en el peor de los casos, ya muertas. Se acusó entonces a la varroa, un ácaro (desde los cánones humanos de lo que es bello) de repugnante aspecto, como un minúsculo centollo que se agarra al dorso de las abejas y literalmente les chupa la vida. Puede, no obstante, que el asesino sea otro: ¿los ayuntamientos? Es una acusación muy gruesa que merece ser desgranada.