La calle de Rauric, que se llama así como mínimo desde antes de 1340, habrá tenido muchas vidas, porque ocho siglos dan para mucho, pero desde que cerró El Ingenio, tienda sin igual, es solo una sombra, una vía que aún sirve, es cierto, para ir de A a B, de Boqueria a Ferran y esquivar así la riada turística, pero ese instante de alegría que proporcionaban los escaparates de aquel negocio dedicado a la imaginería laica de las fiestas mayores, la vida circense y oros productos inclasificables, tan irresistibles que la mitad de las veces se terminaba por entrar, es ahora solo un melancólico recuerdo.Más de 180 años abierto al público estuvo aquel establecimiento. Enamoró incluso a Joan Brossa, quien en 1997 le regaló a Rosa Cardona, la entonces propietaria, un par de sus letras gimnastas para que las colocaran en el vestíbulo. Evidentemente, ya no están. El inmueble ha sido recientemente vendido. Queda la carpintería exterior, también el cartel en bandera en el que se anunciaba el nombre del establecimiento, que a saber dónde termina, y quedará para la posteridad, sobre todo la ‘stolpersteine’ del pavimento.
Arqueología comercial
Rauric, una calle umbría sin la luz de El Ingenio
Decía Borges que el pasado nos parece siempre mejor y que en realidad el presente, sea cual sea, siempre es triste, pero lo ocurrido en Rauric no le da la razón
La calle Rauric /
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