La casa Dolors Calm -Rambla de Catalunya, 54- rezuma patrimonio perdido, en sí misma y en los bajos comerciales. Una cornisa modernista, un interior racionalista y dos establecimientos emblemáticos. Pocos edificios han extraviado tanto en Barcelona, aunque la aseveración es arriesgada en una ciudad que no ha dudado en alimentar la piqueta con construcciones y comercios enteros sentenciados por la especulación, las reformas urbanísticas o por la ignorancia del patrimonio poseído. La desidia pétrea es endémica en la ciudad. La citada casa, apreciada por las espectaculares tribunas de madera de su fachada principal, perdió su coronamiento por obra y gracia de las ‘remuntes’ con las que el alcalde Porcioles decidió afear Barcelona durante los 16 años (1957-1973) que lució la vara municipal. La pérdida de los históricos comercios de los bajos de la finca tiene fechas más recientes y otros culpables: la voracidad rentista auspiciada por la ley de arrendamientos urbanos que ha convertido la ciudad en un páramo de patrimonio comercial.
Arqueología comercial
La Casa Dolors Calm, sin pies ni cabeza patrimonial
En el edificio de la Rambla de Catalunya, las 'remuntes' acabaron con su coronamiento modernista en época Porcioles y los actuales alquileres inasumibles han vulgarizado sus bajos con el cierre de las históricas galerías Joan Prats y Ferreteria Villà
Los bajos de la casa Dolors Calm en la actualidad, sin las emblemáticas Ferreteria Villà y galería Joan Prats. /
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