La extraña relación que mantiene Barcelona con su patrimonio, cargárselo para luego llorar por él, es algo que viene de antiguo. Vean si no: “El espíritu de especulación todo lo invade. Al impulso de la piqueta innovadora desparecen tradición, autoridad, glorias pasadas y venerables recuerdos antiguos. Barcelona exuberante de población y comprimida en su recinto, más que otra ciudad alguna, hallase poseída de este fatal vértigo, hasta el punto de que en pocos años ha mudado enteramente de faz, perdiendo sin compensación preciados monumentos, florones exquisitos de su corona condal”. La forma del escrito delata tiempos pretéritos pero el fondo es atemporal en una ciudad con gran querencia en deshacerse de lo que sea en pos de la especulación inmobiliaria. El texto del polifacético escritor e historiador, a la par que abogado, Josep Puiggarí, data de 1857 y responde al lamento por la desaparición de la casa Gralla, uno de los primeros, mejores y casi únicos ejemplos de renacimiento en Barcelona.
Arqueología comercial
El modernismo de la Filatelia Monge y la chocolatería Fargas, maltrechos para nada
En 2015, la especulación inmobiliaria obligó a la mudanza de los dos establecimientos junto con su patrimonio, y la esquina que formaban pasó de distinguida a anodina
Los bajos del palacio Castell de Pons, en la plaza de la Cucurulla, donde estaban la chocolatería Fargas y la Filatelia Monge. /
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