El lunes se celebró el último acto destacable antes de las vacaciones de agosto. Cerca de 300 personas, extrabajadores del Comité Organizador Olímpico de Barcelona 92 (COOB), festejaron el 30º aniversario de la inauguración de los Juegos Olímpicos de Barcelona en la antigua fábrica Damm. Hubo abrazos, reencuentros y corrillos donde se habló de aquella y de la actual Barcelona. El único que tomó la palabra fue el exconsejero delegado del COOB. O sea, el exjefe de todos y al que todos siguen llamando jefe. Me refiero a Josep Miquel Abad quien vive ahora muy tranquilo al margen de cualquier actividad pública. Digo esto porque durante algunas semanas corrió la voz que sus colegas olímpicos le querían pedir que se presentara como candidato a la alcaldía. Ni lo intentaron ni lo hubieran conseguido.
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