Desde la planta 30

Así es el nuevo mirador de la Torre Glòries: Barcelona a 125 metros de altura y una panorámica de 360º

La Torre Glòries estrena mirador en la planta 30.

Barcelona suma una nueva atalaya desde la que divisar la ciudad. Trescientos sesenta grados de panorámica, del Besòs al Llobregat y más allá. Ciento veinticinco metros de altura desde los que se despliega la última ventana aérea en abrir al público dan para satisfacer a cualquier 'instagramer', pues las vistas son de aúpa, como el precio, entre 15 y 25 euros las visitas normales, el coste de las que llevan la etiqueta ‘prémium’ no consta en la web. Pero el edificio, además del paisaje que se otea desde las alturas (increíble), lo vale. No en vano el nuevo mirador se eleva en la planta más alta de una de las construcciones más icónicas de Barcelona: la Torre Glòries, antes conocida como Torre Agbar, y con firma de autor: Jean Nouvel, ‘pritzker’ de arquitectura en 2008. 

La pieza se levantó en 2005 y desde entonces pasa por ser el edificio más fotografiado de Barcelona por fuera, y desde ahora lo podrá ser también desde dentro. A partir del viernes, la torre abre puertas a todo el público -hasta ahora solo era accesible por cuestiones laborales- a lo que sus responsables (Merlín Properties, dueños de la construcción, y Mediapro Exhibitions, gestor e ideólogo de la azotea) definen como “mucho más que un mirador. Un espacio de descubrimiento de Barcelona. Un proyecto único, sin precedentes, que trasciende el modelo convencional de mirador”. Hay más: “Una atalaya para mirar y entender el presente de la ciudad y definir el modelo de futuro que queremos”.

Imagen de la ciudad de Barcelona desde el mirador de la planta 30 de la torre Glòries / JORDI COTRINA

Datos en tiempo real

El recorrido empieza en la planta menos uno de la Torre Glòries para mostrar la Barcelona que no se ve. Cinco instalaciones inmersivas combinan arte y tecnología para dibujar en tiempo real la ciudad a partir de los datos recogidos sobre todo aquello que acontece en el cielo: climatología, aviones y satélites que cruzan el espacio, contaminación sonora y lumínica...; la tierra: tráfico, comunicaciones..., y el mar: actividad náutica, acidificación, temperatura... La radiografía urbana es tan minuciosa que es posible saber que a las once de la mañana de este martes el barrio que más tuiteaba era Les Corts; a mediodía Galvany ganaba la partida.  

También hay un homenaje a todas las especies no humanas barcelonesas por aquello de presentar una narración no antropocéntrica de la ciudad: 132 esculturas de papel ejecutadas por el artista Joan Sallas que lo mismo representan especies invasoras, como las tortugas de Florida o las cotorras, que árboles centenarios, como el azufaifo de la calle de Arimon, además de jabalíes, erizos, plataneros, rorcuales, nenúfares o gaviotas. Todo acompañado de una banda sonora firmada por Maria Arnal y John Talabot, que nunca es igual porque cambia en función de más datos reales de la ciudad relacionados, entre otros, con las fases de la luna y el nivel del mar. Cinco instalaciones que son “el negativo del positivo que representa el mirador. La suma de los dos da una imagen del día a día de la ciudad”, afirman sus responsables. 

Instalación de Tomás Saraceno

En la planta 30 la vista es otra: Barcelona en toda su extensión, sin barreras, y desde el punto que Ildefons Cerdà pensó como el centro neurálgico de Barcelona, la plaza de las Glòries. Sencillamente impresionante. No hay detalle urbano que se escape a la observación: las tres arterias principales de la ciudad -Diagonal, Gran Vía y Meridiana-, la central térmica de Sant Adrià y el Hotel Vela, el Tibidabo, Montjuïc y el 22@ a los pies. Y por supuesto todo el esplendor de la Sagrada Familia, motivo de inspiración reconocido por Nouvel para levantar la torre. La cúpula guarda otra sorpresa: la instalación ‘Cloud cities Barcelona’, de Tomás Saraceno, seis kilómetros de cables tensados y 5.000 nódulos que ocupan 113 metros cuadrados de la cúpula que se presentan suspendidos entre cuatro y seis metros del suelo e invitan a ser circulados.  

No hay duda de que el de Torre Glòries es el mirador más ambicioso de Barcelona pero, con todo, no es el más alto de la ciudad, el Tibidabo pasa por delante, pero sí es el más elevado construido por el hombre hasta que la Sagrada Familia culmine la Torre de Jesús, que también será transitable. Las torres Mapfre y Hotel Arts suman más metros pero tienen sus miradores por debajo. Es la Torre Glòries: “plataforma de observación y vehículo para la introspección”, sentencian sus impulsores.