En junio de 1992, la Comisión Europea presentó un estudio sobre la contaminación. "El sueño de la ciudad sin coches es una reforma necesaria y realizable, tanto desde el punto de vista económico como medioambiental", defendió entonces el comisario de Medio Ambiente, Carlo Ripa di Meana. Se aconsejaba a los estados tomar medidas urgentes, sacudirse de encima las palabras que el presidente francés George Pompidou había pronunciado en 1967, eso de que París tenía que adaptarse al automóvil. Han pasado las décadas y las metrópolis mantienen el pulso a la polución. Con un inquietante añadido: los expertos en la materia advierten de un punto de no retorno a partir de 2030 y ONU-Habitat prevé que en 2035 haya 429 nuevas metrópolis y que mil millones de personas pasen a engrosar la población de las grandes urbes.
El debate de la movilidad urbana
Las grandes ciudades del mundo echan un pulso al coche
Cada metrópolis aplica su receta particular para una mejor calidad del aire, maridando las necesidades propias con el aprendizaje de las estrategias ajenas
Tráfico intenso en una mañana laborable en Barcelona /
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