Medida municipal

Barcelona busca una fórmula jurídica para evitar las aglomeraciones de turistas en Ciutat Vella

  • El distrito estudia cómo reducir los grupos organizados de visitantes con guía y cómo vetar temporalmente el acceso a espacios llenos

  • El pleno aprueba un plan para evitar excesos de foráneos en verano, entre advertencias de Collboni a Maragall de que no abrace la turismofobia

Turistas por la Rambla, el pasado mes. / Ferran Nadeu

Barcelona debatió hasta la pandemia cómo abordar los excesos del turismo, se centró durante la crisis sanitaria en cómo recuperar a los visitantes y afronta ahora, que están volviendo en un número significativo, como gestionar ese regreso.

En realidad, son algunos los partidos que defienden que hay que controlar esas aglomeraciones. Esencialmente, los socios del gobierno de Barcelona, Barcelona en Comú y el PSC, con ciertos y relevantes matices, y ERC. Pero más allá de debates sí hay un plan, pendiente de concretarse, porque el ayuntamiento está tratando de conocer hasta dónde puede llegar en esta cuestión.

Grupos y espacios

Ciutat Vella ha encargado a los servicios jurídicos municipales que analicen cómo pueden limitarse las aglomeraciones de turistas en el distrito, el epicentro de la presencia de los visitantes en Barcelona. El encargo, formulado por el concejal del distrito, Jordi Rabassa, que lo ha precisado en declaraciones formuladas este viernes, se centra en dos aspectos. Uno es la posibilidad de limitar los grupos de turistas que pasean por la zona con un guía. Por ahora, el consistorio no tiene competencias para limitar esos grupos, que en algunas calles y espacios reducidos son especialmente molestos porque dificultan el paso del resto de personas.

El pleno aprobó en noviembre lkimitar esos grupos a 15 personas, pero como sucede a menudo en los plenos municipales, fue más un gesto que otra cosa. En la Boqueria existe ese límite, dictado con Xavier Trias como alcalde, pero se pudo hacer porque el mercado es un espacio municipal, no público. Ahora, Rabassa ha instado a los servicios jurídicos a estudiar cómo poder lograr esa limitación, que de entrada corresponde a la Generalitat.

Sant Felip Neri

El segundo frente es, si cabe, más complejo: la posibilidad de cerrar espacios a la afluencia de transeúntes en los casos en los que se constata la aglomeración. En Sant Felip Neri se cierra el acceso con una cinta cuando los niños del colegio salen a jugar. Pero por ahora no es posible hacer algo similar en la calle de Montcada, por poner el ejemplo que citó el propio Rabassa en Semana Santa, cuando denunció que las aglomeraciones de foráneos eran insostenibles. El concejal citó en esos mensajes que aunque esa gran afluencia beneficiara al sector, no era positivo para la ciudad.

Sobre el primer caso, el de los grupos, hay un segundo debate que Rabasa pone sobre la mesa. Porque no es igual la situación de los guías oficiales que la de los que no lo son, personas que se sitúan en puntos turísticos y reúnen a grandes grupos, allí mismo o tras anunciarse en internet. No es una actuación ilegal, porque su prohibición no está regulada, pero sí alegal.

Collboni y los ertos

En este contexto, en el que el debate sobre cómo actuar ante el regreso de los turistas está intensificándose, ERC ha llevado al pleno municipal una iniciativa para que el gobierno apruebe un plan verano por el que agudice la vigilancia de las disfunciones e ilegalidades asociadas al turismo masivo. La iniciativa ha sido aprobada por Barcelona en Comú, el PSC y ERC, y defendida por el presidente del grupo republicano, Ernest Maragall.

“Queremos una ciudad con turismo, sí. No queremos una ciudad que dependa del turismo. Ni turismofobia ni masificación dañina. Hace falta un nuevo rumbo, una gobernanza, una nueva visión. No podemos aceptar el retorno al crecimiento ilimitado que algunos pregonan ni dejar que se imponga una ilusión del decrecimiento sin alternativa que otros predican", ha dicho Maragall.

El socialista Jaume Collboni le ha contestado en nombre del gobierno de Ada Colau con cierta beligerancia: “Mucho cuidado con hacer un discurso turismofóbico, que les veo tentados. Parece que no le guste que esta sea una de las industrias más importantes de la ciudad. Parece que no les guste que las 170.000 plazas legales estén llenas”. También ha recordado cómo quedó la ciudad durante los momentos más duros de la pandemia, sin visitantes, con “persianas bajadas” y empleados del sector turístico en su casa cobrando ertos.

Pero pese al tono, el PSC ha votado a favor de la iniciativa, que pide licitar con urgencia la contratación y reactivación del equipo de visualización de alojamientos ilegales, presentar el informe sobre la licencia municipal de empleo del dominio público por parte de los grupos organizados de turistas, para limitarlos y promover la visita de otros distritos para descongestionar el centro de Barcelona.

Rabassa y el PSC

Al debate le ha faltado un tanto la voz de los ‘comuns’: a veces en los debates hablan concejales de los dos socios y a veces solo uno. Rabassa subraya que todo su plan para conocer cómo frenar las aglomeraciones es compartido con sus socios socialistas y en concreto con la concejalía de Turismo, que dirige el edil Xavier Marcé.

Pero esos matices antes citados entre socios quedaron claros cuando Rabassa tuiteó ante los llenazos de Semana Santa: “El empresariado del turismo está satisfecho, pero esta situación no aporta nada de positivo ni para las vecinas ni para la actividad económica de proximidad”. Un mensaje alejado del de Collboni, que este mismo jueves felicitó al sector por su “resiliencia”.