Estreno en Barcelona

La estrella de la Sagrada Família genera indiferencia intelectual

La basílica removió décadas atrás los cimientos del debate artístico, cultural y arquitectónico de la ciudad, pero ya apenas hay reflexión profunda sobre su rol social y su interacción con los barceloneses

’Skyline’ de Barcelona, con la Sagrada Família, con su estrella luminosa, y la torre Agbar detrás / Robert Ramos

El 9 de enero de 1965, un nutrido grupo de arquitectos, urbanistas y artistas firmaron una carta en la que pedían detener el proyecto de finalización de la Sagrada Família. Explicaban que no tenía sentido seguir sin unos planos detallados de la obra, porque Antoni Gaudí, sostenían en la misiva publicada en La Vanguardia, "tenía de la arquitectura un concepto tan vivo que creaba su obra diariamente a impulsos desordenados, con unos planos previos que servían apenas de pauta". Argumentaban, además, que socialmente no tiene sentido un templo tan grande, que lo propio sería evangelizar en base a parroquias repartidas por la ciudad. "Descentralización en barrios", reclamaban, muchas décadas antes de que ese concepto empezara a aplicarse a la concentración turística. Más de medio siglo después, apenas hay debate intelectual sobre la Sagrada Família. Sobre su autenticidad, los materiales, sobre su simbolismo. O sobre la nueva estrella luminosa. Como si el templo hubiera anestesiado el pulso cultural.