Cada uno de ellos carga su propia mochila con su historia, todas duras. Nadie sueña con vivir en una nave industrial abandonada y, todavía menos, en la calle, como llevan haciendo desde el pasado 22 de noviembre, cuando fueron desalojados de la fábrica en la que vivían, algunos desde hacía años, en la avenida de Vilafranca de L'Hospitalet de Llobregat. Antes del covid, Bilma, boliviana de 39 años, trabajaba cuidando a un señor mayor que falleció durante la pandemia y se quedó sin trabajo. "Si me metí en la nave fue por necesidad", explica la mujer. Fue cuando perdió su último empleo y, ante la imposibilidad de alquilar una habitación, "compró" un espacio en la nave que hoy, ocho días después del desalojo, es ya prácticamente un solar tras el trabajo incesante de las máquinas para borrarla del mapa. La mujer habla sentada en una silla de cámping bajo los balcones del número 100 de la avenida de Catalunya, donde 12 de las personas desalojadas de la nave llevan una semana acampadas, resguardándose del frío y la lluvia de los últimos días.
EL DRAMA DE LA INFRAVIVIENDA
Una docena de los desalojados de la nave de L'Hospitalet lleva una semana durmiendo al raso
El pasado 22 de noviembre fue desalojada una fábrica abandonada en la avenida de Vilafranca de la ciudad del Barcelonès en la que vivían desde hacía años unas 70 personas
Un grupo que habitaba en el lugar lleva desde entonces durmiendo bajo unos balcones en la avenida de Catalunya en plena ola de frío
Tres de las personas desalojadas el pasado 22 de noviembre acampadas en la avenida de Catalunya. /
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