Diagonal Mar: de las barracas del Camp de la Bota a los pisos más caros de Barcelona

Una placa metálica sobre la majestuosa torre recuerda a los trabajadores víctimas del amianto. “La fábrica de Macosa-Can Girona existió alrededor de esta Torre de les Aigües entre 1857 y 1994”, dice también el cartel. Alrededor, y ocupando más de 117 mil metros cuadrados, donde llegaron a trabajar hasta 2.900 personas en su momento de mayor esplendor, en 1970. Desde hace unos meses, en enero de este 2021, aún están casi, casi, de traslado, se trasladó a esta singular torre cilíndrica la sede del Arxiu Històric del Poblenou, -“la oenegé de la memoria”, como la define con humor su presidente, el apasionado Jordi Fossas Bonjoch-, quienes dan vida al espacio, no solo velando por conservar el recuerdo de su pasado, sino también llenándolo de presente. En una de sus salas -llamada Espai Huertas Claveria- trabajan (de forma voluntaria) la maestra de periodistas Maria Favà, una de las almas del archivo, y el guía de lujo Fossas Bonjoch. Subir a lo alto de la bella torre que el año que viene cumplirá 140 años en compañía de Fossas Bonjoch es un accesible privilegio. Desde el archivo ofrecen visitas guiadas todos los sábados a las 12.30 horas y, desde esta semana, también a las siete de la tarde, en lo que bautizan como visitas nocturnas (con cita previa, consulten su página web). Uno de sus empeños es que los vecinos de Front Marítim del Poblenou i Diagonal Mar conozcan la historia reciente de su barrio, uno de los más jóvenes de la ciudad, levantado tras el desmantelamiento de las barracas del Camp de la Bota y de la Macosa-Can Girona, la que fuera una de las metalurgias más importantes de España, que se hizo con la torre tras la quiebra de la Compañía General Anónima de Aguas de Barcelona Ladera Derecha del Besòs. “En este edificio [Diagonal Mar] que conocemos vulgarmente como Sarajevo, porque por su diseño parece que esté bombardeado, viven muchos jugadores del Espanyol. Es una de las zonas más caras de la ciudad y está levantada sobre lo que era el Camp de la Bota, un barrio de barracas, aunque la mayoría de sus vecinos no lo saben”, señala Fossas Bonjoch desde el privilegiado mirador de lo más alto de la Torre, de 63 metros de altura y que ofrece un particular skyline de la ciudad “a escala humana”. “Si hay gente en la piscina les puedes saludar”, señala el guía. Uno de los objetivos del archivo -ahora instalado en este extremo del gran Poblenou- es romper con esa amnesia. “Esto es una fábrica, no un monumento” “Esto es una fábrica, no un monumento”, subraya destacando la belleza del tocho y la ‘volta catalana’ el presidente del archivo, quien explica cada detalle con pasión. El hombre explica que la historia de la torre es la historia de un fracaso, ya que la empresa que la levantó funcionó solo 10 años, hasta que el ayuntamiento escribió un texto devastador en que aseguraba que sus aguas no servían ni para regar. Cuentan que el empresario que invirtió todo el dinero que tenía y el que no en la construcción de la torre, Javier Camps, se tiró de lo alto de la misma tras su fracaso. Episodio que no acaba de estar documentado -en aquellos años los suicidios se tapaban todavía más que ahora-, pero de lo que Fossas Bonjoch está convencido. Fracaso muy muy relativo, prosigue, ya que "si no fuera por su apuesta no estaríamos ahora aquí". En cada uno de los rellanos, una pequeña indicación explica las escaleras que el visitante lleva subidas y los los metros de altura: 232 escaleras, 46 metros; 256 escaleras, 51 metros... Durante el ascenso, el archivero va haciendo paradas necesarias para coger aire y muy, muy, provechosas para aprender sobre la historia de la torre, el barrio, la ciudad e incluso la sociedad. Historias y preguntas, como: "¿Sabes por qué normalmente las ciudades, cuando derribaban las fábricas dejaban las chimeneas?". La respuesta bienintencionada es decir por patrimonio, por supuesto. La lección de este militante de la memoria de su barrio es que es, como casi siempre, por una cuestión económica: derribar una chimenea es caro y el terreno que se libera es mínimo. Interesa más tirar las naves, que sale más barato y libera mucho más terreno para construir.

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El mirador sobre la Torre de les Aigües del Besòs, construcción que el año que viene celebrará su 140º aniversario, regala una vista "a escala humana" de la ciudad desde Diagonal Mar i el Front Marítim del Poblenou, uno de los últimos barrios levantados en la ciudad

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