En el suelo del salón del segundo piso, varias baterías de bici cargando junto a mochilas de Glovo y Deliveroo. Trabajar de 'riders' alquilando una cuenta de una de las empresas de reparto -ellos no pueden abrirse cuenta propia al no tener papeles- es la opción que, hoy por hoy, les ofrece la ciudad para obtener un mínimo de ingresos. "La manta estaba muy perseguida y no queremos problemas con la policía. Ganamos muy poco porque tenemos que pagarle un tanto por ciento al dueño de la cuenta, pero es la única manera de ganar algún dinero", relata Adam, joven senegalés de 25 años en uno de los espacios comunitarios de Casa Àfrica, lugar en el que viven y, sobre todo, se cuidan más de 20 hombres jóvenes de origen senegalés, argelino y marroquí, tejiendo comunidad en una ciudad que les recibió con casi todas las puertas cerradas.
COLECTIVOS VULNERABLES
Amenaza de macrodesalojo en Casa Àfrica, a un paso de la Rambla de Barcelona
Tras ser desalojados de una finca en la calle de Marià Aguilà (Poblenou) en julio de 2019 y arder la nave en la que entraron como única alternativa en el mismo barrio dos semanas después, la veintena de migrantes sin papeles que conforman Casa Àfrica, ahora en la calle de Canuda, tienen una orden de desahucio para este jueves
Algunos de los hombres que viven en Casa Àfrica, este martes frente al edificio. /
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