ÉRASE UNA VEZ EN EL BARRIO... (72)

La Capilla Sixtina de la Bonanova

Tras la singular fachada color ladrillo de la capilla en el 130 de la calle de Ganduxer, el centro cívico Pere Pruna. El edificio original, de Sagnier, ardió durante la guerra. Las Madres Reparadoras lo reconstruyeron tras ella y encargaron sus impresionante frescos al famoso pintor Pere Pruna, cuyos murales lograron salvar el edificio, finalmente municipalizado, de la piqueta

BARCELONA 20/10/2021 Barcelona. Érase una vez La Bonanova. Centre Cívic Pere Pruna (un centre cívic dins una església). FOTO de ZOWY VOETEN / Zowy Voeten

Que el lugar reciba su nombre no es casual. Un homenaje más que merecido. No solo porque fue su obra -y en concreto la reivindicación de esta por parte de los vecinos- la que permitió que el edificio siga en pie y no se convirtiera en un bloque de edificios más, como los del resto de los terrenos de la calle, sino porque Pere Pruna dedicó literalmente dos años de su vida a pintar estos impresionantes murales, llegando a instalar durante ese tiempo su taller en el interior del propio templo. Una iglesia hoy desacralizada a la que sus feligreses no acuden a misa, sino, cargando esterillas para hacer yoga o meditación tras extenderlas sobre el parqué de lo que en su día fuera el coro de esta singular capilla. Un taller de relajación como en cualquier otro centro cívico de la ciudad, que es lo que hoy es, aunque, en su caso, un poquito más cerca de los cielos por lo alto de sus techos.