Hay un conocido aforismo que durante décadas ha hecho fortuna y que hoy parece flaquear. Es la teoría de Lorean. Sostiene que los proyectos no tienden a juzgarse por su calidad, sino por el volumen de financiación que reciben. Solo por la caída del pedestal de ese axioma, lo cual ya es todo un punto de inflexión en este impredecible siglo XXI, se entiende que miles de personas se hayan manifestado en Barcelona en contra de la ampliación del aeropuerto Josep Tarradellas y digan no a los 1.700 millones de euros que, según Aena, sociedad pública, pero también porcentualmente muy privada, se pretenden invertir para que ese gigantesco equipamiento sea, en un futuro próximo, el turbo del PIB catalán.
La emergencia climática
Barcelona dice no a ampliar el aeropuerto, pero sin 'overbooking'
Una macedonia de 'noes' (al sobreturismo, a la destrucción medioambiental, a la precariedad...) se dan cita para denunciar que los planes de AENA son un caballo de Troya
Manifestantes en la calle de Tarragona, donde, de modo inusual, había más pancartas con lemas que banderas. /
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