Si existe un termómetro de la afluencia turística de Barcelona es la Rambla. Mientras estuvo desierta, los hoteles e iconos locales andaban en consonancia. Pero en las últimas semanas el trajín de bermudas y chanclas se incrementa a diario, con dos consecuencias bien visibles: la reapertura de no pocos negocios (en torno al 20% siguen cerrados o en traspaso, lo que supone la mitad que a principios de verano) y el regreso acelerado al modelo hiperturístico que tanto se había cuestionado desde la pandemia. La reactivación económica saca del abismo, pues, a muchas empresas y empleados, pero el relevo comercial sigue el patrón de siempre, y las cervezas y sangrías gigantes simbolizan el consumo foráneo en las terrazas, que ahuyentan al barcelonés.
La evolución de un eje capital de la ciudad
La Rambla recupera el pulso a costa de volver al modelo hiperturístico
Una quinta parte de los negocios siguen cerrados, pero la afluencia de viajeros este verano ha vuelto a reanimar el vial y la Boqueria
Vuelven las cervezas y sangrías gigantes para el cliente foráneo, aunque se retomará el gran montaje ciudadano del Tast a la Rambla
Imagen de la Rambla el pasado miércoles. /
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