"La fiesta del cordero es como para vosotros la Navidad, es el día más importante para los musulmanes, el día que nos reunimos con nuestra familia y hacemos fiesta grande", dice Osama, un joven argelino de 24 años que hace cuatro llegó a España bajo las ruedas de un camión. "El problema es que nosotros no tenemos nada, vivimos en la calle y no podemos volver a casa con nuestra familia ni celebrarlo", apunta Mohamed, un marroquí que hasta la llegada de la pandemia trabajaba de electricista. El martes era el día en que los musulmanes de todo el mundo celebran Aïd El Kebir, la Fiesta del Cordero, y una asociación de mujeres marroquís de Barcelona quiso que los musulmanes sin hogar pudieran disfrutarlo también. El ritual se hizo al atardecer en el claustro de la iglesia de Santa Anna, en el barrio Gòtic, un espacio que hace años acoge a los más invisibles de la sociedad y donde las fronteras ya no existen.
Solidaridad
Santa Anna, la iglesia sin fronteras de Barcelona
La parroquia de Ciutat Vella acoge a un centenar de musulmanes sin hogar para celebrar la fiesta del sacrificio del cordero
"Hace cuatro años que no veo a mis padres", cuenta Abdul, un hombre que hace cosa de un año malvive en las calles de Barcelona
Celebración de la fiesta del sacrificio del cordero en la parroquia de Santa Anna. /
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