Plinio el Viejo, que a pesar de su apodo vivió solo hasta los 56 años, murió víctima de la erupción del Vesubio, y no porque viviera en Pompeya, sino porque, en un error fatal, se acercó a curiosear cuando el volcán, como la Rambla hoy, con sus primeros turistas como anticipo de la nube piroplástica de maletas que se avecina, había despertado de su letargo. Qué mejor momento que este, con la mitad del parque hotelero de la ciudad en letargo, para ramblear de nuevo, por si es la última ocasión para hacerlo como antes de los JJOO y, de paso, pronosticar qué futuro le aguarda a esta suerte de Gran Canal de Venecia barcelonés cuando termine la pandemia. Plinio miraría las vísceras de un pollo. Por suerte hay actualmente métodos más modernos (unas cuantas llamadas y un par de cafés) para anunciar aquí, en esta crónica, que antes de que termine el 2021 podría haber todo un notición sobre la Rambla importante para su futuro.
Una nueva oportunidad para 'desparquetematizar'
Los últimos días de la Rambla
Como una Pompeya en el año 79, la calle más célebre de Barcelona revive su cara más amable antes de que la nube piroplástica de maletas la sepulte de nuevo... ¿o no?
La Rambla, deliciosamente transitable, aunque con los primeros síntomas a la vista de la erupción turística. /
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