Efectos de la pandemia

Situación límite: las restricciones asfixian a la hostelería mientras crece la 'barra libre' en las calles de Barcelona

Grupos de jóvenes quedan para tomar algo en el suelo de la plaza de la Vila de Gràcia, en ausencia de bares y restaurantes por las tardes. / RICARD CUGAT

Las colas para beber que apenas hace dos primaveras se hacían ante la animada barra de un bar o de una discoteca se han trasladado por las tardes a los supermercados y colmados más cercanos a plazas con ambiente o playas. Solo que antes el cliente pagaba por una copa bien servida, y ahora se lleva un 'pack' de seis latas de cerveza o una botella de algún licor para compartir a morro o en vaso de plástico. Las duras restricciones horarias que vive la hostelería catalana desde octubre han llevado al límite económico a cientos de negocios, en especial en Barcelona, sin lograr cumplir con el objetivo de aniquilar la socialización y el presunto riesgo de contagios. Los brindis se hacen -cada vez más, con el buen tiempo- en las calles, sin que la policía local dé abasto para erradicarlos. La crisis de la restauración local desde la pandemia y el evidente hastío de la población (joven y no tan joven) han llevado incluso al ayuntamiento a afilar su discurso para exigir que se restablezca la apertura en la franja de tarde noche, algo que el Procicat estudia y podría avalar esta misma semana.