La mujer de los cinco alcaldes

Propone quedar en la biblioteca Joan Maragall de Sant Gervasi, un remanso de paz a un suspiro de la plaza de la Bonanova. Jordi le hace las fotos y ella no puede evitar el ademán de fijarse en la luz, las ventanas, el encuadre. Defectos de profesión. Mercè Garcia ha trabajado durante 40 años en el Ayuntamiento de Barcelona, los últimos 30, en el servicio de prensa. Ha vivido la transformación de la ciudad desde las entrañas. La década de la heroína, la preparación de los Juegos, el Fòrum, los atentados del 2017. La mujer de los cinco alcaldes se jubila y esta es su historia. Eligió quedar aquí porque la red de bibliotecas públicas es una de las cosas, dice, que mejor se han hecho en estas últimas décadas. Y ha escogido esta porque el apellido...; no puede evitar una sonrisa que grita cuál ha sido su alcalde favorito. "Es genial, no me hagas decir nada negativo de él. Todo genialidad. Le recuerdo un día andando por la plaza del Pi, con un ramo de flores, sonriendo y sin parar de saludar a la gente". De Pasqual Maragall solo le vienen cosas buenas, y algún pequeño reproche. "Como la letra infecta que tenía entonces y que nos costaba muchísimo transcribir. Recuerdo que entre los Juegos Olímpicos y los Paralímpicos se marchó a Escocia. Entender las notas que mandaba era imposible". Removida por el Che Mercè nace en Horta en 1956. Su padre era chófer y su madre se ocupaba de todo lo demás. Tiene tres hermanas y esta nueva etapa la afronta en su piso de la Sagrada Família. De alquiler, con muchos planes por delante, muy agradecida, pero sin demasiada morriña. El primer arrebato político le brotó cuando vio la foto del cadáver del Che Guevara. Aquello generó un choque frontal con la educación que había recibido en el colegio de monjas. Mayo del 68 le pilló jovencita, pero lo poco que pudo ver en la tele del régimen también le impactó. Luego vino el bachiller, la pasión por la poesía, el coqueteo con el marxismo. Fue su "época bohemia". En el 82, tras varios años de administrativa en una empresa de plásticos, Mercé aplica para un puesto de mecanógrafa. El anuncio no concretaba el nombre de la empresa. Resultó ser el ayuntamiento. Pasó tres años en el distrito de Sant Martí, que nada tenía que ver con lo que es ahora, ese quiero pero todavía no puedo ser una 'smart city'. "Estaba en atención al público. Venían los gitanos del barrio de barracas de la Perona y me pedían de todo. 'En el censo no me salen todos los niños', me decían". "Fueron tres años deliciosos, lo pasé en grande", rememora. En 1985 se presentó a unas oposiciones de auxiliar y terminó en Urbanismo, o sea, que se comió en primera persona toda la preparación de los Juegos. Pero era también la década de la heroína, unos años en los que, además, vivía en Ciutat Vella. "Es el distrito en el que todo resuena", define; unos barrios canallas, suele decirse, capaces de poner y quitar alcaldes. Trabajó codo con codo con el grupo de los 'lápices de oro', los urbanistas y arquitectos que dieron forma a la profunda transformación de la ciudad. Josep Acebillo, Beth Galí, Oriol Bohigas, Jordi Farrando. Todos, recuerda Mercè, bajo la batuta del concejal Josep Maria Serra i Martí, "un hombre con mucha visión". Su recuerdo de aquella etapa destila nostalgia. "Se juntó gente muy potente en los tiempos de Maragall, y todo tenía un sentido. El cambio llegó a todos los confines de la ciudad". En una reciente entrevista en este diario, Salvador Rueda, el que fuera durante 20 años director de la Agencia de Ecología Urbana, compartía esta misma opinión, de cómo en el pasado había quizás más profesionalidad y menos superficialidad. Personas, no partidos Durante el largo café, Mercè no nombra ni un solo partido político. Sí muchos nombres, de una u otra bancada. Todo lo que recuerda lo asocia a un técnico, a un concejal, a un cargo de confianza. Se acuerda, cómo no, de Maragall, "un hombre que pasaba tres pueblos de su propio partido, espontáneo y natural. O de Acebillo, de cuando se pasó días y días visitando Trinitat para convencerles de que ahí debía ir el nudo viario más importante de la pata norte de Barcelona. O de Jordi Hereu, que si bien no le considera un estratega nato, sí tuvo clara la importancia de llenar Horta Guinardó y Nou Barris de escaleras mecánicas y ascensores públicos. A principios de los 90 Mercè entró en el departamento de prensa, liderado por Àngela Vinent. El boletín informativo que ahora puede consultarse en la web del consistorio empezó entonces a llegar por fax a los medios. Hasta ese momento, un motorista lo repartía en papel por las redacciones de los periódicos. Entendió rápido que una buena relación con los periodistas lo haría todo más fácil. Quizás por su buen trato, decidieron colocarla al frente de la organización de ruedas de prensa, lo que implicaba decidir el lugar, la iluminación, la colocación de las cámaras... Llegar a un evento implicaba pedirle permiso. ¿Dónde voy? Tu allá y tú al lado. La madre superiora, la persona con la que más te valía tener una buena relación. El uno por uno Maragall es el preferido, de acuerdo, ¿y el resto? "Joan Clos era un buen gestor que supo rodearse de gente buena, pero no tenía empatía. Hereu fue el más persona de todos, pero siempre estuvo mal asesorado. Xavier Trias, un hombre con muchas tablas, pero un poco distante. Y Ada Colau, una mujer muy potente, que sabe comunicar muy bien, pero a la que le falta un proyecto de ciudad. ¿Y un consejo para alguien que quiera ser alcalde? "Huir de los detalles y buscar una visión más general. Volver a colaborar todos juntos, sociedad civil, políticos y técnicos. ¿Un ejemplo? Lo que hicieron para los Juegos Maragall y Leopoldo Pomés. Y que tenga en cuenta que ser alcalde implica comerse muchos sapos, merecidos o no. La última responsabilidad no es del concejal ni del técnico. La responsabilidad personal es del alcalde. La verdad es que echo de menos políticos más de raza".

La mujer de los cinco alcaldes

Mercè Garcia se jubila tras 40 años de servicio y ordenar el cotarro en el Ayuntamiento de Barcelona

Ha vivido lo mejor y lo peor de una ciudad a la que le pide evitar el vuelo raso y políticos "más de raza"

Su predilecto es Maragall pero elogia sobre todo a los cargos medios y a los técnicos que han dado calidad a la casa

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