Todas las salas tienen un nombre. Un nombre y una historia, o un nombre con historia, depende de cómo se mire. La primera de este ala de la vieja y colorida fábrica recibe el de Aureli Gandul. Es uno de los vecinos de La Sagrera que participó activamente en la recuperación y reapertura de la nave y el encargado de abrir las puertas todas las mañanas. Uno de los imprescindibles de este milagro llamado Nau Bostik, que cumple años y lo celebra con su gente. Con todas las precauciones, pero con su gente. Son las nueve y media de la mañana y Aureli deja una bandejita en la mesa en la agradable y espectacular sala, forrada con una foto inmensa y se marcha, sonriendo con los ojos, bajo la mascarilla, gesto -otro más- que emociona a Chaimae, una de las dos jóvenes que reside en esta ala de la Bostik, en su caso haciendo una residencia lingüística, no artística.
SOLIDARIDAD EN BCN
Una puerta siempre abierta en la Nau Bostik
El espacio comunitario de La Sagrera ha estrenado la residencia Asid, un hogar para jóvenes migrantes sin referentes que participan en el proyecto lingüístico Prollema.
La iniciativa nació para formar a estos jóvenes como profesores de su lengua materna para que hicieran red, pero se dieron cuenta que el mayor de sus problemas era la falta de techo.
Los jóvenes Chaimae y Brahim en la Nau Bostik hace unos días. /
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