"Desde agosto, solo recuerdo dos fines de semana en que no hayamos podido comer en el jardín", explica Laura Asenjo, que aún se pellizca para reconocer su nueva vida pospandemia, en una acogedora casa adosada de Sant Vicenç de Montalt. Junto con su marido, Lluís Taverner, y a unas pocas casas de distancia, sus amigos Àlex Marimon y Montse Ortega, forman parte del creciente colectivo de barceloneses literalmente exiliados a otros puntos de la provincia poco después del confinamiento. "Lo que ha pasado nos ha hecho romper límites mentales alrededor de los niños, los colegios y el trabajo", resume Lluís, visiblemente feliz con esa reinvención vital.
Cambios demográficos
Nuevas vidas (pospandemia) a unos kilómetros de Barcelona
Cientos de barceloneses hallan en la crisis sanitaria un trampolín para dejar atrás la gran ciudad y buscar más calidad de vida
El teletrabajo, la desconexión temporal con los colegios o el ansia de mejores hogares han cortado lazos con la capital
Luis y Laura con sus hijos Ignasi (el pequeño) y Luis, familia que se ha mudado hace unos meses a Sant Vicenç de Montalt, en el Maresme. /
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