BARCELONEANDO

La Barcelona felina

Entidades animalistas tienen a su cargo 700 colonias de gatos, criaturas que hacen del descanso un arte, y del comer, una liturgia

  • Las primeras colonias se instalaron a principios de siglo tras varias invasiones gatunas en cementerios

  • La ley dice que su cuidado recae en los consistorios, pero da potestad para derivarlo en otras entidades

  • Las empresas, que hacían de todo para librarse de ellos, ya se han dado cuenta de que es mejor convivir

Patricia alimenta a los gatos en una de las colonias de la zona portuaria de Barcelona / Ricard Cugat

En el año 2000, un grupo de gatos se hicieron fuertes en el cementerio de Les Corts. Hijos y nietos de los mininos abandonados por los barceloneses durante décadas convirtieron el camposanto en un fortín. Aquel levantamiento felino obligó al ayuntamiento a reaccionar. La teniente de alcalde Imma Mayol se hizo cargo del asunto como responsable de la cartera de Sostenibilidad y Ecología Urbana. Personas que vivieron aquellos tiempos aseguran, sin embargo, que la edila de ICV no lo puso fácil, que no quería destinar dinero público a la misión. Pero finalmente cedió y se instalaron las tres primeras colonias de gatos: en los cementerio de Les Corts y Montjuïc y en el parque de la Pegaso, al ladito de la Meridiana. La idea era capturarlos, esterilizarlos, devolverlos a la calle y darles de comer. Esa tarea está hoy completamente en manos de entidades animalistas que reciben 140.000 euros anuales (serán 166.000 a partir de ahora) del presupuesto municipal. Y no, no son las locas de los gatos, ni mucho menos; son las Señoras que aman a los gatos.