El miércoles toca copistas en el Museu Picasso. Copiar es la mejor manera de aprender a pintar. O lo era. Goya y Rubens aprendieron copiando cuadros de Velázquez, Tiziano, y El Greco. Y lo propio hizo Picasso antes de ser Picasso. Copió. Aunque ya formado dejó de hacerlo para pasar a empaparse de las mejores destrezas de sus compañeros para luego regurgitarlas en grado superlativo. A los que copiaban en los museos, caballete y pinceles en mano, se les llamaba copistas. Quedan pocos. O mejor, quedan pocos museos que lo permitan. El Prado es uno de ellos. Nació para que los artistas en potencia emularan a los consagrados. De hecho, al principio no abría para el público sino solo para los copistas –copiantes se llamaban entonces-.
Barceloneando
Los miércoles, copistas en el Picasso
El museo del genio invita a coger papel y lápiz para emular al malagueño intentando reproducir sus obras. El centro, pone la silla; los aficionados, el talento.
El Museu Picasso abre los miércoles las puertas a los copistas, en el marco de la exposición ’Picasso. Los cuadernos’. /
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