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Aleix Clapés, el pincel de Gaudí y Güell

  • El Palau Güell reivindica la figura del enigmático pintor, tan controvertido en el pasado como olvidado en la actualidad

  • El autor trabajó para el mecenas y el genio modernista, y la leyenda afirma que Trotsky se llevó su mejor obra al Kremlin 

El salón central del Palau Güell con las puertas del altar decoradas por Aleix Clapés y, a la izquierda, la pintura dedicada a Santa Isabel de Hungría. / Elisenda Pons

Que el Palau Güell lo imaginó Gaudí, pocos lo ignoran. Y que hizo lo propio con la Pedrera es conocido por casi todo el mundo. Pero lo que no es tan sabido es que en ambos monumentos colaboró otro artista: Aleix Clapés (1846-1920). Suyas son las pinturas de los vestíbulos y patios que decoran la casa que mandó levantar Pere Milà y de su pincel salieron las que están repartidas por el palacio que Eusebi Güell convirtió en su residencia. Pero, pese a ello, Clapés es un gran desconocido. Es más, es un gran olvidado. Los porqués son muchos pero algo tiene que ver su obra: “Era anacrónico y a la vez tenía puntos muy brillantes, de modernidad, con un tratamiento de la pintura muy atrevido, que rayaba la abstracción”. Palabra del crítico de arte Josep Casamartina. Y algo tiene que ver, también, su carácter. “Era tan enigmático como excéntrico, y es posible que sufriera alguna enfermedad mental”.