La acera de Sardenya, completamente vacía, se antoja inmensa. Desnuda, se precia la anchura original y la ampliación posterior, para hacerla algo más transitable. En la prehistoria, en la ciudad y el barrio antes del covid, en temporada alta era prácticamente imposible pasar por aquí. Pero en esta especie de mundo paralelo que es la Barcelona de la pandemia, la única presencia humana en los alrededores del templo iniciado por Gaudí -visitado en 2019 por 4,7 millones de personas- son miembros de cuerpos de seguridad, pública y privada, algo que genera un ambiente algo perturbador.
ÉRASE UNA VEZ EN... SAGRADA FAMÍLIA (51)
Y bajo las maletas estaba la acera
El 5 de marzo del 2020, a escasos días de la declaración de una pandemia que lo cambió todo, la ciudad abría un necesario y reivindicado proceso de debate para definir el encaje entre el templo de la Sagrada Família y el barrio.
Once meses después, los vecinos reclaman reactivarlo en un ‘ahora o nunca’: "el momento de revertir la situación es ahora que ha quedado en evidencia hacia donde nos lleva el monocultivo turístico", aseguran.
Vecinos disfrutando del parque frente a la Sagrada Família, este jueves. /
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