Supongamos que Barcelona es una ciudad

Carles Cols | 17 enero 2021

En pavimentos escritos, nadie le tose a Nueva York, pero los pocos que hay en Barcelona la definen como una ciudad catacaldos e inconstante

La culpa es de Martin Scorsese y de la serie que ha rodado para Netflix con un único propósito, ponerse a los pies de la escritora, columnista, actriz ocasional y bífida lenguaraz Fran Lebowitz. Son solo siete capítulos. Muy recomendables. ‘Supongamos que Nueva York es una ciudad’. Ese es el título. Merece la pena porque por debajo de la clorhídrica manera de hablar y pensar de Lebowitz se asoma una muy bien tejida teoría sobre qué hace que Nueva York, pese a todas sus ingratitudes, sea una ciudad sobresaliente. El propósito aquí (queda subrayado antes de proseguir) no es hacer pretenciosas comparaciones transatlánticas, porque la Gran Manzana es la Gran Repera se ponga al lado de la metrópoli que se ponga, pero en el primer episodio Lebowitz y Scorsese dedican unos minutos preliminares a la cantidad de textos que hay escritos en las aceras y calzadas de Nueva York. Eso sí merece una comparación. Al menos, con Barcelona, que sale derrotada.

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