El río Congo divide Barcelona

Carles Cols | 04 octubre 2020

Esta pandemia, como una parábola bíblica, ha separado el trigo de la cizaña y ha mostrado qué es un barrio y qué es un parque temático

La calle de Ferran, casi vacía, con persianas que no se levantan por la mañana desde hace medio año, con carteles de ‘se alquila’, con más policía, como si se temiera que la zona cruzara el punto de no retorno de la degradación delincuencial, hace por fin así un adecuado homenaje, con ese aspecto casi cadavérico, a quien realmente está dedicada, a Fernando VII, rey nefasto como ningún otro. A veces se olvida. Ferran es Ferran por Fernando VII. En 1910 se aprobó esa operación de maquillaje onomástico, como si a la avenida del Generalísimo Franco, hoy simplemente la Diagonal, la hubieran llamado la calle de Paco. Ferran es (disculpen la autorreferencia) la representación perfecta de lo que a finales de agosto este diario definió como el Detroit del turismo, el páramo que queda cuando muere repentinamente un monocultivo económico. A tres kilómetros de Ferran hay otra Barcelona bien distinta, y, si gustan y nos acompañan, de paso, algunas reveladoras lecciones.

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