Fue el pasado 8 de marzo, el último domingo antes de la pandemia, cuando el Ayuntamiento de Barcelona cerró al tráfico la calle de Aragó. A aquello no se llamaba entonces ‘urbanismo táctico’. Era, simplemente, un paso más dentro de la llamada campaña ‘Obrim Carrers’, que consistía en peatonalizar un fin de semana de cada mes tres calles de la ciudad, no cualquier calle, sino aquellas que durante el resto de la semana suelen ser un sinvivir de coches. El estreno fue en febrero en Via Laietana, pero, ya se sabe, esa es una calle de vida intermitente, escenario de habituales manifestaciones y, recuérdese, víctima colateral de algunas protestas independentistas de aúpa. Lo de Aragó fue muy distinto.
análisis
Segunda enmienda: el derecho a portar coches
Que una asociación reivindique que la peatonalización es un ataque a la libertad individual del conductor es, como poco, un fracaso comunicativo de las medidas emprendidas en Barcelona
La calle de Aragó, el pasado 8 de marzo, último domingo antes del estado de alarma. /
Lo más visto
- Las jugadoras del Barça se tuvieron que poner ellas mismas las medallas de campeonas
- Una madre y una hija farmacéuticas y un directivo de una empresa química, las víctimas catalanas del ataque terrorista en Afganistán
- Qué está pasando con el atún en lata y por qué recomiendan reducir el consumo
- El día que Elena Schröeder, la turista asesinada en Afganistán, salvó la vida a un hombre en la estación de Sants
- Junts pide suspender los resultados del 12M y repetir el voto exterior por "graves irregularidades"