La Contra

Un invierno con golondrinas

El único miembro de la familia que no migra a África ha criado por primera vez en Barcelona: el año pasado en el Camp Nou, este en la Sagrada Família

En primer plano, paneles de la torre de la Verge Maria, en la Sagrada Família. / ALBERT BERTRAN

Si este invierno ve la silueta de una golondrina por los cielos de Barcelona, no se extrañe. No culpe al cambio climático (en principio): las bandadas que estos días están acabando de emprender su viaje a África en busca de sabrosas nubes de mosquitos no volverán hasta la próxima primavera. Pero como cada año, dejarán atrás al único miembro de la familia (para ser precisos, la de las Hirundinidae) que no migra. El avión roquero ('roquerol' en catalán), una golondrina de color pardo y sin hábitos viajeros, que prefiere pasar todo el año allí donde planta su nido. La novedad es que en los dos últimos años lo ha hecho, por primera vez, en la ciudad de Barcelona. Así que otro cambio va en este año tan extraño: un invierno con golondrinas.