tragedia en Ciutat Vella

La Barceloneta alerta de la precariedad y los peligros que entrañan los "pisos patera"

El colectivo paquistaní ve empeorar sus condiciones de vida por la caída de ingresos turísticos

la calle en la que se ha producido el incendio, en la Barceloneta. / EL PERIÓDICO

El verano sin turismo que vive Barcelona por la pandemia no solo ha afectado gravemente a la economía local, de la hostelería al comercio, si no a la de muchos inmigrantes que se ganan la vida en el centro de la ciudad con actividades o productos vinculados a los viajeros. La comunidad paquistaní, conmocionada por el incendio mortal en la Barcelonetaes especialmente activa en este sector. Muchas veces de manera legal, en colmados, tiendas o transportes; pero en otras ocasiones desde la economía sumergida, con la venta ambulante o algunos trixis sin licencia, para sobrevivir cuando la falta de permiso de residencia imposibilita un contrato laboral.

Esa situación irregular les lleva también a tener que compartir viviendas o locales, al no poder acceder a un contrato de alquiler. "Tras cinco meses de covid-19, primero con confinamiento y luego sin turismo mucha gente tiene cada vez menos recursos", lamenta Mohamed Iqbal, vicepresidente del centro islámico Camino de la Paz, muy vinculado a la comunidad paquistaní en la ciudad. 

La sobreocupación de los bajos incendiados no es un caso único en el barrio. Los vecinos llevan tiempo alertando de  las pésimas condiciones de vida que sufren muchos vendedores ambulantes (de latas, mojitos o pareos) que "duermen en los locales que usan de almacén de género, o en minúsculos pisos en camas calientes", señala un residente de toda la vida. 

Manel Martínez, presidente  de la Asociación de Vecinos de la Barceloneta, señala que pese a la escasa presencia de viajeros, la actividad de los 'rickshaw' o trixis, o de los vendedores ambulantes se mantiene este verano en sus calles, a la expectativa, como informó este diario el pasado martes. Solo que sin apenas trabajo. La Barceloneta diu Prou también alertaba de infraviviendas donde se alojan muchas más personas de las que permitiría una cédula de habitabilidad, cerca de la playa y del mercado municipal. 

Desde L’Òstia, Lourdes López expresaba la consternación vecinal y recordaba que hace unos días recorrieron el barrio con representantes municipales para identificar plantas bajas en las que poder impulsar pequeños negocios y donde mostraron también casos de «pisos patera» que podrían comportar "peligros" como "lo que ha pasado ahora y otro incendio sin víctimas hace dos años". El colectivo ha pedido "un seguimiento" al ayuntamiento y la intervención de los servicios sociales para abordar estas situaciones. 

El problema de la vivienda

La tragedia ha puesto de manifiesto una precariedad agravada por un verano sin ingresos. «Se ha complicado todavía más conseguir alquilar un piso, porque los precios están pensados para turistas y se piden muchas garantías», agrega Iqbal.  

En la Barceloneta hay residen oficialmente 433 paquistanís (segunda  nacionalidad extranjera más presente en el barrio marinero), muy por debajo de los casi 4.200 que  residen en el Raval.

Tres cuartas partes son hombres, porque lo habitual es que ellos se instalen primero y traigan a sus familias una vez asentados, como iba a hacer la víctima que estaba casada. La comunidad suma 22.749 personas en toda Barcelona, de las que solo una cuarta parte lleva más de seis años residiendo. La mayoría tienen estudios primarios.