Adina Levin es una norteamericana de 30 años, nacida en Chicago. Pasó un tercio de su vida viviendo en Manhattan, Nueva York, donde asistió a la Universidad de Columbia. Es una profesional polivalente y con muchos intereses: redactora, traductora, actriz de voz en 'off freelance¡, y Senior Specialist en Aurora Medicine, de origen canadiense y uno de los principales distribuidores de cannabis medicinal en Europa, donde se dedica al desarrollo empresarial y a la comunicación.
-¿Por qué elegiste Barcelona?
-Barcelona me escogió a mí el año 2006. Después de pasar un verano fantástico con una familia de Argentona, decidí estudiar catalán en la universidad. Desde entonces, cada vez que visitaba Barcelona veía su constante complejidad y evolución. Los catalanes recibían mi curiosidad por la cultura y la lengua con agradecimiento y generosidad y eso se convirtió en un sentimiento de pertenencia. Finalmente tomé la decisión de quedarme a vivir en Barcelona y ser una barcelonesa más.
-¿Qué aspectos de la ciudad destacarías como positivos?
-Cuando decidí cambiar la Gran Manzana por la capital catalana, recibí muchos comentarios como “¡oh, me encanta Barcelona!”. Obviamente, su ubicación entre el mar y la montaña y su clima son ideales. Barcelona tiene una cara activa y densa y otra más agradable y tranquila. La mayoría de los barceloneses saben vivir en este equilibrio. A mi me encanta pasear rodeada de gente… ¡e incluso ahora, aunque tenga que llevar mascarilla!
-¿Qué aspectos de la ciudad mejorarías? ¿Cómo?
-Barcelona atrae a mucha gente de todo el mundo. Pero la mayoría ven la ciudad como un lugar donde pasar las vacaciones, el Erasmus o para estar un par de años trabajando. No se quedan. No consideran Barcelona como una inversión de vida, ni por razones de trabajo ni a largo plazo. Creo que tenemos que mejorar la imagen de la ciudad y plantearnos qué hacer para que sea más apetecible para que el talento internacional se quede.
-¿Cuáles crees que son los puntos fuertes de la ciudad para superar la crisis generada por la Covid-19?
-En los últimos cien años, Barcelona ha pasado por muchas épocas difíciles -la guerra civil, la posguerra, la crisis de 2008, el ataque terrorista en 2017..- y al final lo ha superado. Creo que debemos apoyarnos mútuamente y ayudar a todos aquellos que han sufrido más en esta crisis. Confío en la ciudad, porque tiene las herramientas y la perseverancia para (volver a) seguir adelante.
-¿A qué retos crees que se enfrenta la ciudad una vez remita la emergencia sanitaria?
-La industria y el turismo representan un tercio del PIB de nuestra región (según las cifras de la Generalitat) y será imposible recuperar todo lo perdido durante estos meses. Tenemos que ser muy prudentes e innovadores para encontrar nuevas fórmulas compatibles con la reapertura de estos sectores. El reto estará en adaptarnos y al mismo tiempo prepararnos bien para futuras ocasiones.
-¿Qué esperas de la Barcelona de los próximos años?
-Intento no tener muchas expectativas porque hay muchos factores externos que no se pueden controlar. ¿Quién iba a decir hace un año que estaríamos en el epicentro de una pandemia? Espero que Barcelona no deje nunca de ser bonita y encantadora, y deseo que mis amigos quieran seguir viviendo aquí y que haya más oportunidades laborales, para que muchas más generaciones puedan empezar una familia aquí, and 'livehappilyeverafter'.
-¿Cuál sientes que es tu ciudad? ¿Qué es lo que más echas de menos?
-No elegí ser de Chicago, y aunque Nueva York me abrió muchas puertas, en Barcelona es donde más me siento como en casa. Muchos de mis familiares y amigos americanos están encantados de visitarme poscovid, si es que aún no lo han hecho, excepto mi abuelo que tiene 92 años y hace poco renunció a viajar. Son sus abrazos y su olor lo que más echo de menos.
EL PERIÓDICO realiza, en colaboración con Barcelona Global, una serie de entrevistas a profesionales internacionales que han escogido vivir y trabajar en Barcelona. Se trata de personas nacidas y formadas en el extranjero que por su experiencia, formación, capacidad emprendedora y creatividad aportan valor añadido a la economía global y pueden ofrecernos otra visión de la ciudad.