En el Raval, funcionó. La unión entre unos profesionales entregados y unos vecinos peleones logró lo que parecía imposible y finalmente en noviembre del año pasado se llegó a un acuerdo político para permitir la construcción del nuevo CAP Raval Nord en la vieja Capilla de la Misericòrdia (pese a la batalla planteada por el todopoderoso Macba). Siguiendo su alentador ejemplo y fórmula -la creación de una plataforma transversal por un objetivo común- y llevados al límite por la crisis de la covid-19, esta semana las calles de la ciudad se han llenado de batas blancas con las protestas de otros dos ambulatorios que han decidido plantarse y organizarse para decir basta junto a sus usuarios en los barrios Gòtic y el Fort Pienc. Ambos comparten realidades similares: infraestructuras obsoletas desde hace años, compromisos de traslados incumplidos y una precariedad estructural que se ha hecho insostenible con la pandemia.
DERECHO A LA SALUD
El covid-19 colma la paciencia de dos CAP de Barcelona
Sanitarios y vecinos del Gòtic y el Fort Pienc suman fuerzas para exigir soluciones urgentes para poder reabrir los equipamientos en condiciones
Ambos ambulatorios son insuficientes y deficientes y su realojo está comprometido desde el 2008 sin que se haya avanzado en su construcción
Concentración de trabajadores y usuarios del CAP Fort Pienc, este martes. /
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