Dos exposiciones, una en 1888 y otra en 1929. Luego, que veces no se recuerda, el Congreso Eucarístico de 1952, que no solo dejó un nuevo barrio en la ciudad, Congrès, sino que de monumentalizaron algunas calles. De los Juegos Olímpicos de 1992 y la revolución urbanística que trajeron bajo el brazo nadie se olvida. También hay que sumar a la lista la transformación del Fòrum. Y, ahora, a esa discutible leyenda que sostiene que Barcelona solo cambia a golpe de gran acontecimiento tal vez haya que sumar la inesperada crisis del covid-19, que, eso suponen los más optimistas, puede darle un vuelco a la movilidad en la ciudad. De los 21 nuevos kilómetros de carril bici y 154.000 metros cuadrados ganados al coche para que los viandantes caminen bien distanciados que hace dos semanas anunció el Ayuntamiento de Barcelona quedan solo ya pequeños detalles por pulir. Los primeros datos apuntan que si la movilidad es un velero, ha cambiado la dirección el viento.
La ciudad postcovid-19
La red de carriles bici y peatonales de Barcelona ya da frutos y problemas
El tráfico ciclista se recupera a mayor ritmo que el motorizado con 21 nuevos kilómetros para pedalear
Los coches invaden, a menudo para carga y descarga, las zonas creadas para facilitar el desconfinaimiento
El carril bici de paseo de Sant Joan, en Barcelona, el miércoles al atardecer, en una de sus horas de caravana de dos ruedas. /
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