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Carlos Pazos no pinta nada

El artista celebra sus 50 fecundos años en el arte conceptual con la muestra virtual 'Interrogantes suspendidos o Déjà vu?'

Una pieza de la exposición de Carlos Pazos en ADN. / ADN

Para celebrar sus 50 fecundos años de dedicación al arte conceptual, Carlos Pazos pretendía mostrar algunas de sus últimas y siempre delirantes piezas en la galería barcelonesa ADN (Mallorca, 205), pero no contaba con que el coronavirus iba a dar al traste con sus planes y, no contento con eso, obligarle a confinarse, junto a Montse Cuchillo, esposa y life coach, en su apartamentito de la calle de Provença, sin poder volver a su residencia habitual en París tras la presentación de la muestra. Como vivimos muy cerca, a veces me asomo al balcón trasero de mi piso y, si pillo en el suyo a Pazos o a Cuchillo, les saludo cual náufrago varado en el islote de enfrente.

El confinamiento ha obligado a exponer sus delirantes piezas desde la web de la galería ADN

A falta de poder ver la exposición ('Interrogantes suspendidos o Déjà Vu?') en directo, la galería ha habilitado una visita virtual en su web francamente completita y que demuestra que el artista sigue en plena forma; es decir, con la melancolía a cuestas, como de costumbre, pero manteniendo ese peculiar sentido del humor que impregna toda su obra y que reluce con especial brillo en las piezas actualmente abandonadas en la galería ADN (concepto éste, el del arte en cuarentena, que ya debe de estar dando qué pensar al amigo Pazos).

Como hace más de cuarenta años que nos conocemos, tuve derecho a una visita de obras antes del confinamiento y, como siempre en las exposiciones de Carlos, pasé un ratito muy entretenido. Aunque, en su indeseada condición de artista de culto no venda casi nada –gracias a lo cual tiene repartida una inmensa parte de su producción entre las dos sedes de la Fundación Pazos Cuchillo de Pazos, situadas en el campo catalán y el gallego, respectivamente (para más información, recurrir a la red), las exposiciones de Pazos suelen estar muy concurridas: su retrospectiva en el MACBA fue, según me dijo, una de las más visitadas en toda la breve historia del museo barcelonés. A simple vista, sus piezas parecen las chaladuras de un excéntrico (y lo son), pero el espectador avisado detectará en ellas diferentes influencias, ironías y estados de ánimo, así como el siempre renovado juramento personal de que antes morir que pintar.

Nada más entrar en ADN, en persona o por internet, uno se topa con dos grandes fotografías del artista con nariz roja de payaso, guantes de Mickey Mouse y el gorro que el célebre ratón llevaba en 'El aprendiz de brujo', que ya te preparan para lo que vas a ver a continuación: una colección de espantosas garrafas de mimbre y una serie de botellas vestidas de una manera fascinantemente estrafalaria, señales de que el interés del artista por la cerámica horrenda se ha desplazado últimamente hacia los recipientes y envases para bebidas.

Encontramos a continuación un video de Esther Ferrer recitando un texto de Tama Janowitz, dos toallas blancas ilustradas con unas estéticas manchas de excrementos del artista –según me explicó, un homenaje al Piero Manzoni de Merda d'artista y a la manera de hacer de William Klein–, una imagen que, a la manera de ciertas baratijas religiosas, es la de Salvador Dalí o la de Marcel Duchamp, dependiendo desde donde la mires, y algunas instalaciones sensacionales en las que conviven la ironía, la autocrítica y el tradicional desprecio a la pintura (ese mueble y esa silla que acogen libros populares sobre clásicos del arte, y sobre la que una placa metálica plantea la pregunta de Carlos «¿Y yo qué coño pinto?»...).

Piezas favoritas            

Me gusta mucho el foco que apunta hacia una silla en la que conviven el 'Rubber soul' de los Beatles, un muñequito de Cantinflas y unas fotos desvaídas de una pareja follando (el eufemismo hacer el amor resultaría ofensivo), pero mi pieza favorita de la muestra es una en la que vemos a Mickey, con la cabeza sustituida por una bombilla apagada, contemplando una piedra: «Mickey es el espectador medio de mis exposiciones. Contempla una obra mía y no entiende nada. De ahí que la bombilla no se encienda».

'Interrogatorios suspendidos o Dèjà Vu?' es una nueva inmersión en el asombroso mundo de Carlos Pazos. Una vez vista, recomiendo la lectura de 'Filigranas y mamporros', su tercer libro de observaciones, anécdotas y reflexiones varias tras 'Garabatos y zarpazos' y 'Pimpollos y papanatas'. Pazos hace más soportable el confinamiento.