Un proyectil republicano

¿Cómo ha acabado una bomba de la Guerra Civil en la Barceloneta?

Los expertos recuerdan que no es raro encontrar este tipo de artefactos en la zona a día de hoy

En los últimos 33 años se han localizado un total de 334 explosivos de la época solo en la capital catalana

En rojo, las zonas de la Barceloneta que recibieron más bombas durante la Guerra Civil, según un mapa de la época.

El descubrimiento de este domingo de una bomba de la Guerra Civil a 25 metros de la concurrida playa de Sant Sebastià (Barcelona) ha levantado la curiosidad de muchos, que se preguntan cómo puede ser que tal artefacto no haya sido encontrado hasta el día de hoy, 80 años después de la finalización del conflicto, estando tan cerca de la urbe. 

Elisenda Albertí, autora del libro ‘Perill de bombardeig! Barcelona sota les bombes’, sostiene que se trata de algo previsible: “Aunque la manera en que se ha descubierto el explosivo puede levantar sospechas (fue hallado por un agente de la Guardia Civil fuera de servicio), es normal que a día de hoy sigan apareciendo estos artefactos, incluso cerca de la ciudad. El mar está vivo y se mueve, e igual que a veces se encuentran cadáveres también se hallan bombas”, dice. Según una respuesta parlamentaria de este 2019 del senador d’EH Bildu Jon Iñarritu, este tipo de encuentros son más habituales de lo que pensamos. Y es que en los últimos 33 años se han localizado un total de 334 bombas solo en Barcelona, incluyendo la de Sant Sebastià.

Lo más lógico hubiese sido que la bomba localizada frente a la Barceloneta fuera lanzada por algunas de las continuas misiones de bombardeo que se sucedieron sobre Barcelona durante 24 meses, desde febrero de 1937 hasta el mismo mes de enero de 1939, en la víspera de la caída de Barcelona. Pero las características del proyectil plantean otra posibilidad. 

Según los artificieros, se trata de una bomba de aviación de producción catalana, de 1936. Sin espoleta ni alerones, solo el cuerpo, lo que según los artificieros de la Armada podría indicar que no fue lanzada desde un avión, sino arrojada al mar a medio montar. Los historiadores David Gesalí y David Iñíguez, coautores del libro 'La guerra aèria a Catalunya (1936-1939)', discrepan. Coinciden en que el hallazgo es "muy raro". "Pero podría ser una bomba inerte, sin carga explosiva, arrojada en una práctica sobre un blanco flotante, o lanzada al mar por la aviación republicana; cuando un avión volvía de una misión de bombardeo y no había podido lanzar su carga, la arrojaba al mar, porque aterrizar con las bombas era peligroso; alguna vez explotó alguna de ellas delante de la costa, causando alarma. Y los alerones se podrían haber desprendido perfectamente", explica David Gesalí.  

Sí descarta Gesalí que fuese arrojada al mar durante la retirada ("dejaron muchos obuses en los parques de artillería, en plena retirada no se preocupaban por eso, y lo de ir a tirarlas al mar no tiene sentido"). Y aún más si se trata de un modelo de producción local de inicios de la guerra, ya que "rápidamente la producción se convirtió al estándar soviético".

Tampoco le cuadra a David Iñíguez que un artefacto de 1,10 metros de alto y 80 centímetros de perímetro contuviese 70 kilos de trilita. Considera que esta cantidad de explosivo es propia de artefactos de dimensiones superiores al de Sant Sebastià. Sus medidas y diseño sí se asemejarían más a la bomba de 70 kilos de peso total que (al igual que los modelos de 12, 250 y 500 kilos) produjeron dos fábricas de Barcelona al servicio de la Comissió d'Indústries de Guerra, la Elizalde de Gràcia y la Hispano Suiza de La Sagrera. 

Bombas que acababan en el agua

Con todo, lo normal hubiese sido encontrar una bomba arrojada por la aviación legionaria italiana sobre Barcelona. Sería “absolutamente posible”, dice Elisenda Albertí, teniendo en cuenta la inmensa cantidad de munición aéra que se lanzó en Barcelona y alrededores. y que muchos bombas acababan en el fondo marino: “Durante los bombardeos aéreos, la mayoría de aviones militares llegaban por el mar y parte de ellos no llegaban a sobrevolar la ciudad, a menudo porque el mal tiempo no les permitía entrar en la zona, o porque tenían que descargar los aviones antes de volver a la base”, explica Albertí.

Además, muchas de las bombas que aterrizaron en el mar debían hacerlo en realidad en el puerto de la capital catalana, pero la mala puntería no lo hizo posible, según cuenta David Iñiguez: “El puerto de Barcelona era un objetivo prioritario para la aviación militar italiana y alemana por ser una puerta de entrada de material de guerra y ayuda humanitaria”.

La razón por la que no acertaban era una suma de impedimentos, ya que a 4.500 metros de altura, con viento y defensa antiaérea de por medio (una de las baterías se situaba a pocos metros del hallazgo), era de lo más complicado que los artefactos cayeran en el lugar exacto, por lo que era común que las bombas acabaran estrellándose también en el agua y contra edificios de la Barceloneta, como la Escola del Mar, que ardió el siete de enero del 1938. En total, 1.800 edificios resultaron afectados en 24 meses en Barcelona, tal y como Laia Arañó y Mireia Capdevila precisan en su reciente libro ‘Topografía de la destrucció. Els bombardeigs de Barcelona durant la guerra civil (1936-1939)'. Aunque recuerdan además que muchos bombardeos fueron indiscriminados, en busca de castigar la población civil y sin buscar blancos específicos.