Manuel Valls se publicita como el candidato business-friendly, garante de la legalidad, fiador de la seguridad y abanderado del europeísmo. Sus estrechos colaboradores le ungen como "atleta decatlón", ese que combina cuatro carreras, tres lanzamientos y otros tres altos: "Pero no es un atleta clásico. Si reinventasen el decatlón para modernizarlo él sería un campeón", puntualizan. 

Valls correrá la carrera electoral para alzar la vara barcelonesa con Ciudadanos (Cs) como patrocinador. Cerca de la mitad de los diez primeros puestos de su papeleta provienen de las filas naranjas, unos fichajes que se zanjaron después de un acuerdo en forma de coalición con los de Albert Rivera. Pero su presencia en la propaganda es inexistente y el exministro francés copa todos los focos bajo el lema "Ahora conviene Valls", sin rastro del logo de Cs. Las comparecencias públicas conjuntas han sido mínimas hasta ahora, con unos naranjas obcecados con las elecciones generales, pero, según fuentes de Cs, ahora tratarán de recuperar el peso que les corresponde con la implicación de Inés Arrimadas, Carlos Carrizosa y Lorena Roldán en esta quincena.

La trayectoria política en Francia es el principal aval de Valls, pero sus adversarios políticos recuperan sus reseñas como arma arrojadiza. Su círculo de confianza se esfuerza en asegurar que se ha paseado por toda la ciudad, en especial por los barrios más vulnerables, y que conoce de primera mano las necesidades de los vecinos, un extremo que explotará con actos "sencillos" sobre el terreno.

Acabar con el 'top manta' 

El alcaldable busca erigirse como contrincante principal de Ada Colau, con un programa que impugna su gestión y un manual de seguridad basado en 1.500 nuevos agentes de la Guàrdia Urbana, el rescate de la unidad de antidisturbios y un nuevo pacto en la junta de seguridad para acabar con el top manta en 90 días. El atleta ya tiene su dorsal.