BARCELONEANDO

Ahora se llama Cómic Barcelona

El regreso al antes llamado Salón del Cómic depara

Ambiente en el Cómic Barcelona. / FERRAN NADEU

Como el asesino al lugar del crimen o, más bien, el caballo que vuelve solo y semidormido a la cuadra, he vuelto a visitar ese Salón del Cómic -ahora rebautizado como Cómic Barcelona- en el que tan buenos ratos pasé en la era glaciar, cuando estaba metido en el tema hasta el cuello. No se trata de nostalgia -o puede que sí, en parte-, sino más bien de un agridulce regreso emocional a un mundo en el que fui bastante feliz. Ya no me quejo de que el tebeo de autor tenga unas ventas ridículas, salvo excepciones, ni de que los mangas y los superhéroes corten el bacalao: es lo que hay y uno intenta ser cada día más zen que ayer, pero menos que mañana.

Me gusta cruzarme con personajes de mi pasado y hasta de mi presente, como Antonio Altarriba, Gran Premio de este año, a quien me encuentro en la entrada junto al dibujante Keko, con el que hice un álbum hace años. Me alegro por Antonio porque es un tipo muy simpático y un excelente guionista, como demuestran sus dos libros con Kim, 'El arte de volar' y 'El ala rota', y la trilogía 'in progress' con Keko, cuyas dos primeras entregas, 'Yo, asesino' y 'Yo, loco', son excelentes. Admiro a Antonio porque consiguió en su momento algo que parecía imposible: poner a trabajar al encantador Kim Aubert (de jóvenes, me contó una noche en un bar que solo dibujaba dos días a la semana porque necesitaba los demás para dedicárselos a las mujeres; ahora, casi octogenario, no para de currar, lo cual, bien mirado, tiene una lógica aplastante); yo lo intenté en los años ochenta y fracasé estrepitosamente, pero siempre le agradeceré las magníficas portadas que me hizo para un par de libros y que siempre se olvidaba de cobrar. Por el mismo precio, Keko me hace la mejor descripción que he oído hasta ahora de Santiago Abascal: “Cuando le hacen una pregunta que no sabe cómo responder, que son casi todas, pone los ojos en blanco y clama “¡Por España!”.

Tíos con leotardos

Hago un alto en la miniexposición de Stan Lee -este año no hay una magna muestra, como venía siendo habitual- y vuelvo a ciscarme mentalmente en él. Ya sé que es un mito del género de superhéroes, pero a mí siempre me ha parecido un señor que dedicó la mayoría de sus 97 años a escribir memeces protagonizadas por tíos con leotardos. Me relajo en la de Laura Pérez Vernetti, artista de trayectoria tan singular como interesante. Y me lo paso muy bien con la de relaciones entre el rock y los dibujantes de tebeos: la portada de Gallardo para el grupo punk 'Tapones Visente' sigue siendo atómica; por no hablar de las que hizo el gran Daniel Clowes -invitado de campanillas de este año- para extrañas antologías de música pop, música de cabaret y música para tugurios de Las Vegas.

Deambulo por las instalaciones y tengo la impresión de que no están tan abarrotadas como en años anteriores, tal vez porque no me cruzo con aquellas entrañables pandillas masculinas de frikis granujientos con camiseta negra y cara de saber que existen las mujeres porque las han visto por televisión. No faltan, eso sí, los tipos disfrazados de superhéroe, ni un grupo de cuatro voluntariosos émulos de 'Los cazafantasmas', ni esas enternecedoras chicas rollizas que desbordan los vestidos de sus heroínas de manga preferidas: como decía el poeta, 'mes amis, mes semblables, mes freres…'.

En el estand del librero, editor y viejo amigo Albert Mestres me topo con Josep Maria Beà, que está dedicando ejemplares del último álbum que le ha publicado Albert, 'Peter Hipnos', y que me obsequia con una elaborada dedicatoria, pese a tener la muñeca derecha lesionada. Paso de largo de la parada en la que Milo Manara firma sus libros porque, perdón por el nuevo sacrilegio, le considero un magnífico dibujante de culos femeninos, pero su mundo nunca me ha importado un pepino. Me gustaría cruzarme con Clowes y decirle cuánto le admiro por lo loco que está, pero no tengo suerte. Tampoco la tengo en mi búsqueda de una tienda holandesa especializada en camisetas inapropiadas para un hombre de mi edad donde hice gasto el año pasado, pero parece que se ha quedado en Ámsterdam. Hora de volver a casa. Como el caballo sin montar y a punto de quedarse frito.