SECTOR ECONÓMICO A DEBATE

Barcelona afronta un verano de récord turístico en alerta por la saturación en algunas zonas

La ciudad ha crecido hasta mayo un 6,3% en viajeros, que gastan más y generan empleos

Las medidas municipales pueden resultar insuficientes en los barrios más visitados

Turistas en el entorno de la Sagrada Familia.  / DANNY CAMINAL

Hace ya meses que la vista anticipa lo que ahora certifica la estadística, que el 2016 será un año de récords turísticos para Barcelona. Un tipo de previsión que muchas ciudades exhiben como éxito, pero que en Barcelona se explica con la boca pequeña, en el marco del mayor debate (a pie de calle) que ha vivido nunca este sector económico. Hasta mayo los turistas han crecido un 6,3% y para el resto del año oficialmente se esperan cifras que ronden el 5%. También se incrementa su gasto (alcanzó los 375,2 euros en el 2015, sin contar el viaje), y las contrataciones laborales en el sector. Pero en paralelo sigue creciendo la preocupación ciudadana por su gestión, y el verano llega con los ánimos caldeados en los barrios más céntricos y pocos cambios de momento.

El viajero viene sobre todo en pareja, solo o en familia,  aunque el joven que llega con amigos parezca el más visible

El ayuntamiento celebrará la próxima semana la primera sesión del Consejo Turismo y Ciudad, para trabajar sobre el "diagnóstico previo" realizado en los últimos meses y elaborar propuestas junto con 60 representantes de instituciones y entidades ciudadanas integradas. Será ya el próximo año cuando se espera que esté listo el Plan Estratégico 2016-2020, que define el modelo turístico y sus objetivos, con retraso porque el nuevo equipo de gobierno no dio por bueno (o suficiente) el informe realizado en el mandato de Trias. El consitorio presentará formalmente sus valoraciones y también un estudio sobre las cifras que mueve el sector, aunque hoy las ha hecho públicas. 

Un plan estratégico multisectorial

El plan en preparación pretende ser un documento de propuestas para las gestión del turismo hasta el 2020. Se pretende completar el diagnóstico en septiembre y tener las propuestas el próximo enero. Respecto al anterior, hace más énfasis en el liderazgo público del sector, y alude a "una nueva cultura de la gestión turística", partiendo de que el crecimiento continuo "pone en riesgo el éxito del destino a medio y largo plazo" y apuntanto a un cambio de paradigma, de lo cuantitativo a la sosteniblidad. También aboga por la excelencia de la oferta y velar colectivamente por la ciudad y sus necesidades para "mantener la singularidad del destino" y redistribuir la riqueza que genera. En alusión a la generación de empleo, se incide en que -aunque se han ganado 39.000 empleos en el sector hasta mayo-, la tendencia sectorial apunta también al instrusismo, la economía sumergida y la precarización laboral en algunos subsectores. Otra tendencia destacada es que disminuye la población empadronada y se afecta el precio de la vivienda sobre todo en Ciutat Vella, por la densidad del alojamiento, aunque en cifras absolutas cuente con menos plazas que el Eixample.

Los números corroboran la dualidad del éxito turístico: el negocio crece, representa un 17% de las nuevas contrataciones de este año y la marca Barcelona está de moda. Pero en paralelo, las últimas encuestas municipales ya situaron al turismo como cuarto problema más importante de la ciudad, y el primero para un 6,4% de sondeados. Obviamente, los más críticos son los que lo sufren en primera línea de sus portales: los vecinos de Ciutat Vella, del centro del Eixample y de Gràcia. Las protestas que se inician hoy sábado en la Barceloneta, que reniega de los pisos turísticos y el incivismo, son solo una muestra.  

VERANO AGITADO

En este marco, y con la "geopolítica favorable" -ya que otros destinos mediterráneos se han visto afectados por el terrorismo-, se avecina un verano agitado en volúmenes de viajeros, mientras que las medidas para afrontarlo son aún modestas. El ayuntamiento mantiene cerrado el grifo de los nuevos alojamientos (a la espera de la aprobación definitiva del plan que lo regula), pero durante el año se están abriendo al menos una decena de hoteles que tenían licencia previa. Ha iniciado un teórico plan de choque contra los pisos turísticos ilegales, pero que sigue con poca artillería inspectora para abarcar el fenómeno. Está tratando de esponjar zonas calientes como la Sagrada Família, recortando terrazas y bajándolas a la calzada para liberar aceras de paseo, o la Barceloneta, reforzando el operativo de agentes cívicos y sacando segways y patinetes del frente marítimo... Pero todavía no hay apenas iniciativas para redistribuir los flujos que siguen el dictado de los colapsados iconos turísticos, más allá de modestas rutas para descubrir el encanto de barrios más periféricos. En especial, para las trombas de excursionistas (12 millones al año), que llegan sobre todo en trenes de cercanías de la costa y autocares. 

El informe municipal, que incluso incluye de las rutas de los visitantes usuarios de redes como Twitter (en sintonía con los puntos y barrios más visitados) da cuenta de indicadores clave, como el aumento del 13,4% hasta mayo en el volumen de pasajeros del aeropuerto de El Prat (1,6% en el caso de los cruceros, aunque su cifra absoluta muy inferior), y el auge del 7,7% en incremento de pernoctaciones (noches de hotel), con mejores ocupaciones que hace un año.

PERFIL VIAJERO

Durante el año 2015 tanto la Sagrada Família (3,72 millones) como el parque Güell (2,71), la Pedrera o la Casa Batlló ganaron visitantes. Y aunque el turista español recupera peso, el 73% llegaron de otros países. Seis de cada 10 fueron hombres (por el turismo de negocios, que representa el 35,7%) y aumentaron en especial las franjas de viajeros de más edad, a partir de 35 años. Curiosamente, la modalidad de viaje más común es en pareja (hasta el 36,2% en hoteles, y el 32,2% en total), seguida de viajeros que van solos, y de familias (14,3%). Pero el turista que va con amigos (14%), cuando se trata de jóvenes y se alía con incivismo parece multiplicarse visualmente y contribuye a esa sensación de turismo indigesto que viven algunos barrios.

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