LA TRANSFORMACIÓN DE LA CIUDAD

De la barraca al polígono

Cincuenta años del traslado de las familias del Somorrostro al barrio de Sant Roc, creado para acogerlas

Barcelona fue realojando a los barraquistas a golpe de operación urbanística, sin una planificación global

Una niña en el Somorrostro, en 1964. / ANC / IGNASI MARROYO

La prioridad no eran las condiciones de vida de las personas -y menos las de los pobres-, sino la transformación urbanística de la ciudad, así que era esta la que marcaba el ritmo. Siguiendo esa lógica, la construcción del paseo Marítimo de la Barceloneta desencadenó la desaparición progresiva del Somorrostro, que el ayuntamiento franquista acabó de borrar casi de un día para otro en junio de 1966, ahora hace 50 años, coincidiendo con la celebración de una exhibición naval a la que estaba invitado el dictador Francisco Franco. "El desalojo del Somorrostro es paradigmático de la forma de construir la ciudad a golpe de operación urbanística que inició el alcalde Porcioles", resume la historiadora Mercè Tatjer, editora de 'Barraques, la Barcelona informal del segle XX'.  

La desaparición del más célebre barrio de barracas de la ciudad, quizá por lo místico de su ubicación, a la orilla del mar, quizá por haber sido el primer escenario de la vida de Carmen Amaya, había empezado años antes. En 1961 fueron derribadas 765 viviendas, coincidiendo con la urbanización de un tramo del paseo. Sus habitantes fueron realojados en los bloques de pisos del actual barrio del Besòs. Los de las 720 barracas que quedaban en 1966 fueron trasladados mayoritariamente a los polígonos de Sant Roc, en Badalona, y de La Pau.

ALEJADOS, AISLADOS Y BARATOS

"Los terrenos elegidos para levantar los polígonos estaban alejados del centro de la ciudad, en lugares sin medios de transporte, casi siempre sin urbanizar, sin servicios ni equipamientos; y los pisos eran pequeños y de mala calidad", apunta Joan Rocadirector del Museu d’Història de Barcelona. Tan de mala calidad que, al poco tiempo, en muchos de ellos se encontraron deficiencias estructurales y muchos han tenido que ir siendo sustituidos: en Trinitat, en Can Clos, en La Mina...  

"No fue algo planificado, pero donde había terrenos baratos era en el extrarradio, así que allí se construyeron, con la única idea de levantar viviendas. Sin pensar en los servicios básicos que esas personas necesitarían", coinciden Roca y Tatjer. Lograr esos servicios fue otra lucha.

Roca insiste en destacar una idea: el barraquismo y su erradicación fue uno de los grandes retos de la Barcelona del siglo XX. "Hablamos de un fenómeno que llegó a afectar a 100.000 personas en su momento álgido, un 7% de la población de la ciudad en la década de 1950. Hay que superar la imagen más marginal que ha quedado en la retina de los barceloneses de la última etapa del barraquismo, el de los años 80 de La Perona. La gran masa de barraquistas fue otra cosa. Los trabajadores que ayudaron a construir una ciudad que tardó en tratarlos como ciudadanos", prosiguen ambos especialistas en historia urbana.

La erradicación de los barrios de barracas  fue uno de los grandes retos de Barcelona hasta bien avanzado en siglo XX

Ese "derecho a la ciudadanía" era el que reivindicaban los barraquistas, e iba mucho más allá de tener un piso. En los núcleos barraquistas habían tejido ya comunidades y querían ser trasladados juntos, para no romper esa comunidad. Algo que no siempre sucedió, ya que los realojos, como ya se ha dicho, los marcaban las urgencias de la ciudad formal y no los anhelos de los ciudadanos, y mucho menos los de los ciudadanos que la Administración franquista no consideraba como tales. La lucha por los servicios fue la semilla de muchas asociaciones de vecinos, como la del Carmel, una de las más representativas. "Lo peleamos todo. Y todo, es todo. De las alcantarillas a la escuela de adultos", recuerda Custòdia Moreno, líder vecinal del barrio, habitante de las barracas del Carmel desde que llegó a Barcelona en 'el Sevillano' cuando era solo una niña, en noviembre de 1947, hasta 1972. Allí vivió sin agua ni luz, y estudió una carrera universitaria por las noches, iluminando sus apuntes con la luz de una vela. Y allí organizó la lucha del barrio por unas condiciones dignas. Luchas muy similares a las que se dieron también en los polígonos de Nou Barris y del Besòs. 

PISOS SOBREOCUPADOS

Sant Roc fue un polígono construido para acoger a los damnificados por las riadas del año 1962, para compensar las expropiaciones que se hicieron para construir la autopista y para realojar a los habitantes de las barracas del Somorrostro. En sus inicios, muchos de esos pisos se sobreocuparon. La falta de equipamientos mínimos, como alumbrado y pavimentación, y de servicios básicos, como escuelas o centros de salud, motivó la creación del Centre Social Cultural Sant Roc. 

Juan Jesús Guerrero trabaja en Sant Roc prácticamente desde la creación del barrio, ahora hace medio siglo. Primero como profesor en el instituto y después, como educador de calle. Hoy sigue muy vinculado al barrio desde el Ateneu de Sant Roc. Este barrio de Badalona, nacido bajo la autopista es, según destaca Tatjer, una de las barriadas donde peor se hizo la integración. 50 años después de su creación, lejos de haberse integrado a la ciudad, sigue siendo eso, un polígono. Más degradado con el paso de los años. Algunos de los primeros vecinos se marcharon cuando surgió la oportunidad de vender las viviendas, en plena burbuja inmobiliaria. Cuenta Guerrero que los pisos que dejaron vacíos los compraron los nuevos inmigrantes. Muchos de ellos no pudieron hacer frente a las hipotecas y fueron desahuciados. Muchos volvieron a entrar a las destartaladas viviendas, ahora propiedad de los bancos, "de patada". Cincuenta años después, el problema de la vivienda -la base del barraquismo-, no se ha resuelto.

Las asignaturas pendientes de Sant Roc

Sant Roc celebra estos días su medio siglo de historia con varias actividades, entre ellas una exposición fotográfica en el Ateneu de Sant Roc. El acto central del aniversario en Barcelona se celebrará el próximo día 6 de julio en el centro cívico de la Barceloneta, donde se inaugurará una exposición fotográfica del Somorrostro y se realizará un debate en el que participarán antiguos vecinos.