El gran lujo gana posiciones en el parque hotelero de Barcelona

La apertura del Hotel Monument, con capital catalán, en pleno paseo de Gràcia eleva el listón elitista de la ciudad

Más de 10.000 aspirantes se postularon para formar parte de su plantilla de 130 empleados para 84 habitaciones

Interior del hotel de gran lujo Monument, en el paseo de Gràcia con Mallorca.  / CARLOS MONTAÑÉS

El viajero de lujo que llega a Barcelona es poco visible para el ciudadano de a pie. Combina hoteles de máxima categoría, compras carasalta gastronomía y cultura, aunque no se dejará ver en rutas a pie ni en aglomeraciones por Ciutat Vella. Buena muestra del auge de este turista silencioso la ofrece el mapa hotelero de la ciudad, que ha crecido hasta los 17 establecimientos de gran lujo (amén de los de cinco estrellas sin este plus), con la incorporación, el pasado jueves, del Hotel Monument, en paseo de Gràcia con Mallorca. Nace con la pretensión de encaramarse en el podio más elitista, con la particularidad de fomentar el lujo con capital catalán. Capital local e identidad de edificio monumental.

Se trata de un palacete de 1895, la casa Enric Batlló, construido por el arquitecto Josep Vilaseca i Casanovas (artífice del Arc del Triomf), convertido en hotel hace algo más de 30 años y que en 1995 pasó a manos de la familia Cadarso. Hasta hace dos años fue uno de los edificios que integraban el Hotel Condes de Barcelona, de cuatro estrellas. Pero por ubicación, fisonomía y el tirón de su restaurante gastronómico Lasarte, dirigido por Martín Berasategui y que obtuvo la segunda estrella Michelin en el 2010, los descendientes catalanes del fundador optaron por dar un golpe de timón rumbo al turista de superlujo.

ATRAEN AL 12% DE LOS VIAJEROS

Las cifras hablan por sí solas: la ocupación de los hoteles de gran lujo (GL) y los de cinco estrellas fue del 74,15% en el 2015 en la ciudad. Un resultado tentador, que ha llevado en los últimos años a grandes cadenas internacionales a echar el ancla en Barcelona, como Mandarin Oriental o W. Por no hablar de sellos como Four Seasons y otros candidatos, condicionadas de momento por la moratoria hotelera de Ada Colau. Este año se prevén dos aperturas más en la categoría GL (con algunos servicios extra más allá de las cinco estrellas), como son Soho House y The Wittmore, una  joya de 22 habitaciones en el Gòtic. Se calcula que los actuales 30 hoteles entre GL y cinco estrellas suman más de 9.500 camas y representan el 13,75% de las plazas hoteleras de la ciudad. Aproximadamente un 12% de los viajeros alojados en hoteles optan por dichas categorías.

Con el centro de la ciudad saturado de  plazas, el crecimiento se desvía al Eixample

Con el centro de la ciudad saturado de plazas, el crecimiento de los últimos años se ha desviado al Eixample, aunque el nuevo plan especial de alojamiento turístico cierra el cupo también en esta zona. Razón para que algunos empresarios apuesten por potentes reformas en hoteles ya consolidados. La del Monument ha sido total, con la colaboración de Óscar Tusquets en el anteproyecto, y una rehabilitación comandada por los arquitectos Carles Bassó y Tote Moreno, junto con la interiorista Mercè Borrell. El resultado es un espacio que busca personalidad propia y asomarse a la ciudad. “Hemos querido abrirlo a Barcelona al máximo, porque además de un hotel queremos que sea un punto de encuentro local”, cuenta a este diario su directora general Miriam Cortijo, que colgará el primer lleno el fin de semana del Barça-Madrid.

Con esa idea, el establecimiento se ha acristalado en su planta baja, para que el barcelonés pierda el miedo a entrar a tomar algo por la mañana, o un cóctel en el Hall 10, el cóctel bar que lidera Javier de las Muelas, que también es visible desde la calle. Otro tanto sucede con su restaurante Oria, más informal y mediterráneo, también con el sello de Berasategui e iluminado por los lucernarios que se han abierto en la zona común y con estanque incluido. El roble natural y los tonos tostados marcan el ambiente las habitaciones, donde destacan paredes de obra vista, muy distintas al resto de la oferta sibarita de la ciudad.

HABITACIÓN CON VISTAS 

Para el viajero, y por encima de baños de superlujo, televisores y teléfonos de alta gama, ropa de cama de algodón egipcio de 300 hilos, centro de bienestar y tratamientos exclusivos y demás tentaciones, el gran hit será asomarse al balcón y contemplar la Pedrera. Y cómo no, el reclamo comercial de la milla de oro. Los que tengan sensibilidad cultural saborearán ese plus que es el carácter local, con la recuperación de elementos originales en la escalinata y en el atrio interior que conecta las habitaciones.

Cortijo tiene claro que, lujo material aparte, lo imborrable para el viajero es el servicio personalizado. Una filosofía que han querido potenciar en el fichaje de su plantilla (130 personas sin contar el restaurante principal) partiendo de un aluvión de casi 10.000 currículos recibidos de todos los rincones del mundo durante estos dos años. Buena parte hablan catalán, aunque conviven 14 nacionalidades. Del colorido intercultural dan fe sus porteros (ataviados según origen).Y otra muestra es el MyMo Experience para crear experiencias personalizadas para cada huésped, que pagará -de momento- entre 300 euros y 2.500 por instalarse en sus 10 habitaciones estándar, 40 junior suites y 33 suites. Una de ellas, la Enric Batlló, de 85 metros cuadrados ampliables con otra contigua y con tres balcones panorámicos.

Ese plus monumental y de carácter en edificios históricos es justo el que promueve ahora el Gremi d’Hotels de Barcelona al crear un sello distintivo en el que también se han alineado del Grand Central, Mercer, Neri, Le Méridien, Bagués… El director general de la patronal, Manel Casals, destaca el valor añadido que esta singularidad da al patrimonio hotelero local, en ocasiones recuperando edificios en desuso. También enfatiza que este viajero de lujo (sobre todo estadounidense) es el que más gasta en otros servicios, cultura y compras, y propicia más contrataciones.

Concurso mundial de conserjes de hotel

Helena estudió Turismo y posteriormente un máster sobre desarrollo sostenible en destinos turísticos. Habla castellano, francés, inglés y chino, y estudia catalán y árabe. Las más de 30 horas de exámenes a los que se enfrentará con colegas de países de medio mundo abarcan desde cultura general a turística, pasando por servicios (distinguir productos de lujo sin la marca), idiomas, etiqueta, personalidad y casos prácticos.