El Etnològic reabrirá en octubre con un concepto mestizo

La presión de antropólogos y políticos logra que no se reduzca a la identidad local

El museo yuxtapondrá la cultura catalana con todas las que viven en Barcelona

Imagen del área dedicada a creencias e ideologías con variados objetos. / JORDI COTRINA

El Museu Etnológic de Barcelona reabrirá finalmente sus puertas el 4 de octubre en Montjuïc, pero con una orientación en la que la cultura catalana no será la protagonista absoluta como pretendía el anterior gobierno local de Xavier Trias, sino que se yuxtapondrá a otras tradiciones y formas de vivir que confluyen en la ciudad, como la marroquí, la peruana, la pasquitaní o la china.

El Etnològic ha permanecido cuatro años con las puertas cerradas por obras y en el centro de la polémica por el propósito reduccionista del gobierno municipal de CiU de que fuera un espacio casi en exclusiva dedicado a las tradiciones, costumbres y fiestas catalanas. Durante este último año perdió la parte más valiosa de su colección internacional, que fue a parar a las salas del joven Museu de les Cultures del Món, en la calle Montcada, en el Born.

Los antropólogos tacharon de «animalada» y «reducción folclórica» la iniciativa, que propició casi un año de lucha y protestas por parte de entidades universitarias y de grupos políticos, que se oponían frontalmente al cambio museístico liderado por el exconcejal de Cultura, Jaume Ciurana, y el exdirector de Patrimoni, Museus i Arxius del consistorio, Josep Lluís Alay, que pocos días antes de las últimas elecciones municipales destituyeron a Josep Fornés como director del Etnològic al quitarle la firma en decisiones de relacionadas con los contenidos, el personal y el presupuesto.

Fornés, en esta nueva etapa, vuelve a ser el director del museo, según confirma Berta Sureda, comisionada de Cultura nombrada por la alcaldesa Ada Colau. «El Etnològic tiene mucho potencial. No solo por sus colecciones, sino por el programa social que lleva a cabo. Fornés tiene objetivos ambiciosos. Quiere que el museo represente a todas las culturas que conviven en una Barcelona plural. La diversidad es la realidad de nuestra sociedad», dice Sureda.

Tras tanto tiempo con las puertas cerradas, este espacio necesita, según Sureda, de más recursos para lograr cierta visibilidad. «La idea es que el Etnològic y el Museu de les Cultures del Món vayan de la mano, que sigan una misma línea editorial», agrega la nueva responsable del Institut de Cultura de Barcelona, de quien dependen los museos municipales.

FIRMEZA Y COHERENCIA

Fornés define como «doloroso» todo el proceso sobre el cambio de rumbo que CiU quería para el museo, que requirió de 12 proyectos diferentes, algunos bastante radicales. «Hemos sufrido muchas incomprensiones, pero el equipo del museo y sus asesores nos hemos mantenido firmes. Hemos podido salvar la línea filosófica y conceptual de una institución con más de 70 años de historia», señala el antropólogo, que asegura que en esta nueva etapa se seguirán exhibiendo objetos de todo el mundo de manera coherente. «La comparación es una herramienta fundamental para la reflexión etnológica. Las viejas clasificaciones propias de la antropología colonial y el folclorismo rural se ven superadas por la dimensión comparativa. Tan exótica es una máscara africana como una herramienta agrícola catalana del siglo XIX. Las dos nos pueden ayudar a meditar sobre nuestros rituales, creencias e identidades, y sobre cómo nos relacionamos con el entorno social y natural», apunta Fornés.

Fornés define al Etnològic como un museo social que sigue una premisa científica. «El museo de la barretina no se ha llegado a materializar. Había toda la intención aunque después lo negaran», afirma el director, que pretende un espacio participativo, comprometido, respetuoso, crítico, experimental, accesible y plural. Eso sí, las colecciones más extensas del museo son las de piezas de ámbito catalán, como los valiosos exvotos, y eso se refleja en las exposiciones. «Pero los conceptos a los que se remite son universales», agrega.

Llorenç Prats, profesor de Antropologia Social de la Universitat de Barcelona, fue una voz incisiva contra el proyecto de CiU. «Nunca entendieron lo que es el Etnològic. Querían utilizar el museo a favor de una ideología política. Es mal camino que los políticos decidan contenidos culturales», razona Prats.

En la primera planta del museo destaca un friso de objetos, un mosaico de piezas de diferentes orígenes ideado por Fornés y otros destacados antropólogos como Adrià Pujol, autor de los textos que acompañan áreas como la dedicada a creencias e ideologías. En ella cobran especial protagonismo las mujeres a través de una pintura de sor Ágata, que en 1558 murió ahorcada en un árbol por defender su fe cristiana, y de un traje azul de una miliciana que arriesgó su vida por luchar por la libertad en la guerra civil. En el mismo escenario hay un ángel negro de Ocaña, un candelabro judío y una máquina de hacer obleas.

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