Recetas bajo sospecha

La Rambla es el epicentro de degustación de sangría de los extranjeros

Puede que sea por su situación, tan representativa, por recomendación de alguna guía turística o por la falta de conocimiento de sitios con sangría de mayor calidad, pero lo cierto es que en las terrazas de La Rambla es difícil encontrar un turista nacional y, mucho más, a alguien de Barcelona. Eso sí, lejos de criticar la bebida o de cuestionar su posible origen industrial, los turistas saborean, tanto de la bebida como del momento, con una sonrisa en la boca.

Pero, ¿saben acaso de qué está hecha? «Sé que lleva fruta cortada y alcohol», dice Esther Pank, de Corea del Sur, mientras se bebe un vaso. Lo único que dice con seguridad es que se trata de una bebida «muy española». Del resto de los ingredientes de la pócima no tiene mucha idea, aunque no parece preocuparle en absoluto.

Tampoco saben mucho más la pareja Stéphane y Stéphanie Venetz, dos suizos que se sientan unas mesas más adelante. «Sé que una es de cava, la blanca, y otra de tinto, la negra, por lo que vimos en la carta», explica él riéndose. «Si me dejas adivinar, supongo que además de cava o vino tinto y la fruta, lleva azúcar y puede que gaseosa» , prosigue ella. Ninguno de los dos nota el resto de licores que lleva aunque, tras ser preguntados, se quedan con la duda.

En la terraza donde la pareja Venetz está sentada, aseguran los trabajadores que la sangría es de calidad y propia, nada de mezclas que ya vienen hechas como, según dicen. ocurre en otros tantos locales de La Rambla. También afirman que por allí no tienen apenas españoles, si acaso algún turista nacional, y que, sin duda, los británicos se llevan la palma a la hora de pedir bebidas alcohólicas.

Puede que el ejemplo de la mezcla de sangría industrial del que hablan sea el de la pareja de suecos Petterson. «En Suecia compré una sangría de tetrabrick que sabe muy parecida a esta», explica Pia. Entre los dos también intentan adivinar la receta de esta bebida y, una vez más, no logran adivinar el resto de licores. Quizá porque la mezcla no se hizo ante ellos, como acostumbran a hacen en otros lugares, sino que venía ya hecha.

Totalmente ajenos a este debate, les gusta y la disfrutan, porque no es algo que hagan siempre. «Además de refrescante, sienta muy bien con la atmósfera de Barcelona», comenta feliz Thomas Petterson.

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