Dentro de las diversas naves de Hangar, en Can Ricart, la reflexión y la expresión artística encuentran un espacio sin límites. El centro apoya la investigación y la producción de las artes visuales, contribuyendo en todas las fases de la realización artística.

Los artistas en residencia pueden hacer una estancia de hasta 2 años y en Hangar encuentran, además de su propio taller, un equipo técnico y artístico que los asesora y que les facilita los recursos materiales y técnicos que puedan necesitar.

"Para mí, Hangar es el paraíso", asegura Christina Schultz, que inició su residencia hace 3 meses y que está inmersa en una investigación sobre ‘el hacer y el no hacer’. "Estoy en un contexto artístico con otros artistas, que es muy importante, y también en un contexto profesional, con un equipo detrás que me da mucho apoyo", afirma.

De hecho, en estos momentos hay 14 artistas residentes, y según uno de ellos, Germán Portal: "Somos un grupo muy heterogéneo y supongo que eso de una manera u otra te llega con respecto al enriquecimiento personal, el itinerario, el discurso y el conocimiento".

Los laboratorios tecnológicos y el arte

"Los artistas vienen al centro muy a menudo con temas que quieren tratar y pueden ser pintores, pero también artistas sonoros, escultores o fotógrafos, y también hay colectivos que trabajan con nuevas tecnologías", explica la directora de Hangar, Tere Badia.

Actualmente hay un grupo que trabaja con impresoras 3D y Befaco, que diseña herramientas para música electrónica, concretamente hacen módulos para sintetizadores modulares.

Usan los laboratorios tecnológicos del centro, que también están abiertos a la ciudadanía. Cada jueves por la tarde, las personas que lo deseen pueden visitarlos dentro del programa ‘Dijous Oberts’ y son los mismos residentes que explican el funcionamiento de los aparatos y los proyectos en los que trabajan o resuelven dudas tecnológicas concretas.