LaBarcelona postolímpica, esa que abrió la espita delturismo de masasen la capital catalana, trajo entre sus estampas más icónicas la de excitadosviajeros japonesesdisparando fotos a destajo al legado deGaudí. Era un turismo preciado y en auge, que en la última década invirtió su gráfica de crecimiento por culpa tanto de su propia crisis y ajustes económicos, como de los disgustos que se llevaron muchos nipones al ser víctima de tirones de bolso y otros sustos a los que están poco acostumbrados en su país.
Pero como un ciclo de eterno retorno, las aguas han vuelto a su cauce y esta nacionalidad suma una lenta recuperación en los últimos años que empieza a dar frutos. Según datos de Turismo de Barcelona, entre el 2009 y el 2012 el gasto del viajero japonés en la capital catalana (solo en tarjeta de crédito) se ha doblado, alcanzando los casi 36 millones de euros. Aún hay más: Barcelona se ha convertido en el cuarto destino europeo con mayor volumen de pernoctaciones de esta nacionalidad, solo por detrás de París, Londres y Florencia.
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