Era un piso pequeño, en la calle Camèlies. Una vivienda todoterreno que por la mañana hacía de guardería y por la tarde de escuela de adultos. Corrían los primeros años 60 y en la zona del Carmel, casi todo eran barracas. Casitas precarias en las que la gran mayoría de vecinos habían llegado de fuera de la ciudad, con poca formación y muchas ganas de aprender, algo que aquellas tres pioneras jóvenes supieron ver... y aprovechar.

Enseñaban costura a las chicas del barrio que acababan la primaria y no sabían qué hacer. Dónde ir. Y una cosa llevaba a la otra. En los talleres de corte y confección --en los que también aprendían catalán, ya que todo se impartía en esa lengua-- se dieron cuenta de que las chicas no sabían multiplicar y decidieron enseñarles, además de a coser, matemáticas. Fue así y no de otra manera como nació y creció la Fundació ACIS, que este año celebra su 50º aniversario.

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