Nada será definitivo hasta que los colegios abran las puertas dentro de unasemana. Será entonces, con el reparto diario de niños, cuando la circulación deBarcelona alcance el clímax y se recuperen las noticias sobrecolapsosen las rondas a primera hora o congestiones en las principales arterias por culpa de la lluvia.
Será también entonces cuando laciudadcertificará que, a pesar del mediático tráfico, mucho menor que en otras grandesurbes, cada vez son menos los que apuestan por el vehículo privado y más los que se apuntan a lamovilidadcolectiva. En este contexto de crisis y ahorro, el transporte público ultima los detalles de la nueva red ortogonal de autobuses, una distribución de líneas --21, en total-- en forma de malla. Más racional; más rápida.
Dentro de un mes se pondrán enfuncionamientolos cinco primeros recorridos, pero la capital catalana ya está cambiando.Modificaciones de sentido, nuevoscarriles para bus y taxi, semáforos con prioridad o calles vetadas al automóvil particular. Marina estrena carril bus-taxi de bajada y el lateral montaña deGran Via se cierra al coche.
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