Escritor
Maravilló con la novela de un hombre que mira crecer un bonsái. Ahora, este chileno de 32 años, insiste con La vida privada de los árboles (Anagrama).
--"Deslumbrante", "fulgurante" son adjetivos que le aplicaron a su debut, Bonsái. ¿No siente un poco de vértigo en esta segunda novela?
--Escribir ya es lo bastante vertiginoso como para pensar en otras cosas.
--Por su precisión, da la sensación de que dedica mucho más tiempo a reescribir que a escribir.
--No necesariamente. Bonsái tardó cuatro o cinco años, La vida privada de los árboles cuatro o cinco meses. Quizá el próximo va a tardar cuatro o cinco semanas, aunque tal vez sean cuatro o cinco décadas...
--¿La brevedad de sus novelas procede de su formación como poeta?
--No lo sé. Por lo pronto, crecí leyendo la poesía chilena, que es muy libre y diversa. No milito en la brevedad. Me gustan las novelas largas que parecen cortas y las cortas que equivalen a novelas larguísimas.
--Bonsái, árboles... ¿Por qué esa recurrencia en la metáfora vegetal?
--Es que son libros hermanastros. Hace varios años vi unas imágenes de Christo & Jeanne Claude que me impresionaron: un parque de árboles envueltos, cerrados, clausurados y sin embargo vivos. Creo que ambos libros, en alguna medida, provienen de esas imágenes bellas y extrañas, llenas de una secreta complejidad.
--En sus novelas parece más importante lo que no se dice que lo que omite.
--A mí me importa más, siempre, lo que no se dice. Siempre callamos lo esencial. Los silencios del Dr. Murke, un cuento muy bello de Heinrich Böll, habla de eso.
--¿Se atrevería a dar la clave secreta de esta novela?
--¡No! Por lo demás, no existen secretos en La vida privada de los árboles. A los personajes de Bonsái les encantaba ser personajes. Los personajes de esta novela, en cambio, preferirían ser reales.
--¿Qué influencia tiene en un autor de su generación la obra de Roberto Bolaño?
--En Chile la gente lee y se discute bastante sobre Bolaño, aunque tal vez sea más exacto decir que se discute mucho y se lee poco. Roberto Bolaño ha influido una enormidad, por supuesto, como sucede con todo gran escritor.