No sé si la audiencia, pero los responsables del programa pasaron un mal rato. No se atrevían a expresar su preocupación, pero tenían la sensación de que Enric Masip, en la línea de su jefe, en el más puro estilo ‘pit i collons’ de Joan Laporta, se iba emocionando, palabra a palabra, se iba congestionando, se iba enrojeciendo, estaba, por no decir que ya se le caían las lágrimas, a punto de llorar y ellos, en el estudio y, tal vez, quién sabe, también la audiencia culé más entregada, estaba pasando la misma pena e inquietud que el asesor de los asesores.
Laporta pide a gritos al equipo que salve su presidencia
Andá pallá Bobo by Emilio Pérez de Rozas
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