1.- Un 4-3-3 puro
No tenía extremos puros, pero apostó por jugar con dos piezas pegados a la cal. Colocó Sergi a Dest en la banda derecha, además de destinar a Memphis en el flanco izquierdo dejando a Memphis en el eje del ataque. Jugó el entrenador interino con ese traje táctico, aunque el equipo estuvo espeso en la primera mitad, sin generar demasiadas ocasiones de peligro. Apenas dos disparos a puerta. Poco, demasiado poco porque los extremos no rompieron a un ordenado Alavés.
2.- Un tesoro interior
El Barça cambió, y mucho, en la segunda mitad cuando dos interiores se asomaron con peligro al área de Sivera. Tuvo dinamismo Gavi. Dinamismo y personalidad. Tuvo peligro cada balón que pasaba por los delicados pies de Nico.
Sergi Barjuan da instrucciones a sus jugadores durante el Barça-Alavés en el Camp Nou.
/Ambos mejoraron el juego azulgrana, sobre todo en los primeros 20 minutos de la segunda mitad cuando recuperaron el balón con frescura, además de ser profundos con sus pases a Memphis. Los niños agitaron con su fútbol. Pero no bastó.
3.- Defensa de papel
Marcar un gol para el Barça supone casi una gesta. De ahí que no se entienda que no sepa proteger luego ese tesoro que tanto le cuesta. Una debilidad defensiva, en la que se vio involucrado el eje central, con discusiones entre Ter Stegen y Piqué, delató la tremenda e irresoluble fragilidad del equipo. No aprenden los azulgranas, incapaces de protegerse con acierto. Sin autoridad ni gobierno de su área propia para desesperación del meta azulgrana. Y de Sergi.