Dentro de los cuatro días de locura vividos por el barcelonismo desde la eliminación en la Supercopa la elección de Quique Setién fue cuestión de horas. Comprobada la escasa aceptación popular de la opción de Mauricio Pochettino, avalada por un sector de la directiva, decidió apostarse por una vía de consenso, más cercana a la esencia de ese ADN que siempre impregna cualquier tema futbolístico relacionado con el Barça.
Posiblemente no había técnico libre más afín a los valores del cruyffismo que el preparador cántabro, de 61 años. «A Cruyff le dije que hubiera dado el dedo meñique por haber jugado en su equipo, pero no por jugar en el Barcelona, sino por cómo jugaba, porque yo veía a los futbolistas cómo disfrutaban», recordaba Setién en una entrevista con Antonio Baquero en EL PERIÓDICO hace 14 meses.
El amor por el balón
Entonces, dirigía al Betis en su segundo curso, tras clasificarlo para la Europa League en un primer año brillante. En la pasada temporada las cosas se torcieron desde el inicio, la paciencia de los exigentes béticos se fue agotando y el pasado mayo acabó su etapa. Rubi le sustituyó, pero Quique estuvo cerca de regresar tras otro mal inicio. Las cosas se suelen apreciar cuando ya no se tienen.
Quique Setién, con un balón, en un partido del Betis /
Con Setién está garantizado el fútbol de toque y posesión. El amor por el balón es el punto número de su filosofía. Ya lo era en los campos de Segunda B cuando dirigía al Lugo y lo llevó a la categoría de plata. Su estilo está por encima de todo. «La gente tiende a rechazar las cosas que no comprende y parece que tú tienes que estar permanentemente defendiendo esta manera de jugar. Y eso a mí me molesta mucho», reflexiona.
El 3-4 del Camp Nou
En el Barça no tendrá ese problema. Allí disfrutará con Messi. Y con Busquets, «ese futbolista inteligentísimo» al que tanto admira. Su mejor carta de presentación fue el 3-4 que logró con el Betis ante el Barça de Valverde en noviembre del 2018. Fue un triunfo incontestable gestado con las armas que tanto añoran los azulgranas más nostálgicos.
Valverde y Setién se saludan tras un duelo entre el Barça y el Betis /
La pausa, la capacidad de análisis y el control de las emociones, esas virtudes que le aporta su querido ajedrez, marcarán el juego del Barça de Setién. Pochettino, mientras, puede instalarse en su granja argentina. Su verdadero sueño es entrenar al Madrid algún día.